Yo sé que el trabajo es significativo, pero rara vez siento que lo sea. ¿Consejos?
La bondad de la creación de Dios significa que a veces podemos experimentar el trabajo como si cultiváramos un jardín fértil, como debieron sentirlo Adán y Eva (Gn 2). Pero como seres humanos que viven después de la caída (Gn 3), con más frecuencia sentimos que el trabajo es agotador, inútil e infructuoso, como si la tierra produjera espinos y cardos especialmente para nosotros.
A menudo creemos en la bondad de la creación mientras sentimos las consecuencias de la caída. Entonces, ¿qué debemos hacer?
Tenemos que orientarnos constantemente en torno a las promesas de Dios para sentir lo que sabemos que es verdad.
La promesa de Dios para nuestro trabajo
El trabajo tiene sentido porque Dios promete que nuestra labor no es en vano. No porque nuestro trabajo dará frutos visibles si trabajamos duro, con habilidad, diligencia y el esfuerzo suficientes; tampoco porque podamos deshacer la maldición de la tierra y volver al jardín por nuestra propia cuenta. No, nuestra esperanza descansa en la promesa de Dios para nuestro trabajo. Esa promesa está basada en la resurrección.
Dios promete crear cielos nuevos y una tierra nueva, e Isaías nos dice que en aquel momento nuestro trabajo no será en vano (Is 65). Pablo escribe un capítulo magistral sobre la resurrección en su primera carta a los corintios —esencialmente, dice que la resurrección ocurrió y te va a ocurrir a ti— y concluye diciendo que tu trabajo no es en vano (1 Co 15).
Esta es la afirmación de Pablo: tenemos esperanza en nuestro trabajo porque Dios hace surgir frutos de la muerte.
Esperar hasta la nueva creación para ver algún fruto no parece muy motivador. Pero no es necesario. Jesús ya ha vencido el pecado y la muerte. La promesa de Isaías es verdadera ahora, incluso mientras esperamos ansiosamente el regreso de Jesús. No importa lo infructuoso que se sienta nuestro trabajo, no importa lo inútil e insignificante que sea, ahora trabajamos en un mundo en el que Dios trae vida de la muerte y obra todas las cosas para el bien de los que le aman.
Hay varias formas de interiorizar esta realidad.
Patrones de resurrección
En primer lugar, busca los patrones de resurrección en tu trabajo. ¿Dónde puedes ver la posibilidad de que Dios esté produciendo frutos entre las espinas y los cardos visibles? Puede ser fácil ver la «muerte», pero recuerda que Él es el precursor de la vida. ¿Puedes ver indicios de la actividad de Dios en el trabajo? ¿Puedes visualizar a Dios trayendo vida de la muerte?
No hay un centímetro cuadrado de nuestra empresa o jornada laboral que no pertenezca a Dios. No hay posibilidad de que Él no esté obrando en tu lugar de trabajo. Pídele que te dé ojos para ver lo que está haciendo y que te muestre cómo unirte allí a Él. Cuanto más buscamos a Dios, más lo vemos moverse.
Promesas que podemos creer
Si la esperanza fundamental de la resurrección anima nuestros corazones, el sentimiento de esperanza por nuestro trabajo vendrá después. La promesa de Dios para nuestro trabajo es la base de promesas mucho más significativas, que seguramente son más difíciles de sentir o incluso de creer. La mayoría de nosotros sentimos que nuestro trabajo precisamente no tiene sentido cuando no creemos que Dios es bueno y nos ama de verdad. Después de todo, ¿qué es más difícil de creer: que el trabajo puede tener sentido, o que nos ama el Dios perfectamente justo y recto del universo?
¿Qué es más fácil decir: «Tu trabajo no es en vano», o «Tus pecados son perdonados, toma tu lecho y anda; en los cielos nuevos y la tierra nueva serás presentado a Dios como una novia perfecta porque Jesús venció a la muerte y fue resucitado a una vida indestructible»? Si escuchas a Jesús decir lo segundo, lo primero será más fácil de recibir.
Si queremos sentir la esperanza de la promesa de Dios para nuestro trabajo, no podríamos hacerlo mejor que meditando en las gloriosas verdades de lo que somos en Cristo. Al meditar en Jesús resucitado y en todas las bendiciones celestiales que compró para nosotros, nos resultará más fácil sentir la esperanza para nuestro trabajo entre la multiforme esperanza que Jesús promete.