Para iniciar el tema de hacer tesoros en el cielo, quiero empezar explicando los dos tipos de oposición que nos impide ser fructíferos en la palabra de Dios. Yo las llamo la oposición Externa, y la oposición interna. Recordemos por un momento la parábola del sembrador:
Mateo 13: 20 Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo;
21 pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.
22 El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa.
El versículo 21 nos habla de cómo la oposición por causa de la palabra puede hacernos infructuosos. El versículo 22 nos enseña otra cosa. ¿Cuál es?
El afán de este siglo y el engaño de las riquezas. Esta es una oposición interna, que se produce en nuestro corazón, influenciada por el mundo, y todo lo que nos venden a través de los diferentes medios.
¿Cómo enfrentó esta oposición interna la iglesia de hechos?
Hechos 4:32 Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común.
33 Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos.
34 Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido,
35 y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad.
36 Entonces José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé (que traducido es, Hijo de consolación), levita, natural de Chipre,
37 como tenía una heredad, la vendió y trajo el precio y lo puso a los pies de los apóstoles.
Este texto describe como en medio de la iglesia no había necesitados, porque los hermanos eran generosos.
Ellos recordaban claramente el mandato dado por el Señor Jesús, y es mi invitación en esta reflexión:
HAGA TESOROS EN EL CIELO.
¿Cual era la actitud de los discípulos frente a sus posesiones?
Lucas los describe que eran de un corazón y un alma
Tenían en común todas las cosas.
No había ningún necesitado
Quiero hacer claridad en un aspecto, el mandato acá no es a que no tengamos posesiones, y lo vendamos todo.
El mandato para ellos, y para la iglesia en todos los tiempos, es que NO nos aferremos a las posesiones materiales, que el afán por acumularlas NO nos impida ser fructíferos en la Palabra de Dios, y más bien, que decidamos dedicar nuestra vida a hacer tesoros en el cielo.
El dinero, las posesiones, son necesarias para la vida en nuestra sociedad hoy en día, y Dios nos llama a que seamos diligentes en nuestro trabajo para tener el sustento de nuestros hogares. Pero Dios nos manda a NO amar y servir al dinero.
Ta vez esto que le estoy diciendo le incomode, y mucho, porque el mundo se ha encargado de enseñarnos que valemos por lo que tenemos. Que debemos pensar solo en nuestro bien, y no preocuparnos por los demás. Que entre más dinero tengamos en nuestro banco, y posesiones, mayor seguridad tengamos.
Algunas formas prácticas de hacer tesoros en el cielo:
De generosamente dinero en su iglesia local, para que de esa forma haya recursos para continuar con el extendimiento de los cielos.
Ayude a su prójimo en la necesidad que él tenga.
Dedique de su tiempo para trabajar en algún ministerio de la iglesia.
Mire su trabajo como una oportunidad de servicio a Dios, y a los demás. Identifique como puede hacerlo, No tiene que renunciar a lo que usted hace sino que Dios espera que usted sea sal y luz en medio de donde Él le ha colocado.
Pablo, en la carta de los corintios, nos da una ilustración que nos permite entender un poco la importancia de hacer tesoros en el cielo.
1 cor 3 11 Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. 12 Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, 13 la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. 14 Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. 15 Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.
Pablo nos explica que cada uno de nosotros está edificando sobre el fundamento que es Jesucristo. Cada cosa que hacemos acá en la tierra será juzgada en el cielo, y Pablo en este texto hace referencia que ese juicio será como el fuego. Ahora, cada cosa que hacemos, es como un material colocado en el cielo y será quemado por ese fuego. ¿Que materiales nombra Pablo? Por ejemplo la madera, el heno y la hojarasca. ¿Que pasa si los pasamos por el fuego? Se quemarán completamente y no quedará nada. Pero que ¿pasa si metemos al fuego los otros materiales nombrados por Pablo? el oro, la plata, las piedras preciosas, permanecerán a pesar del fuego.
La salvación, la entrada al cielo, es por gracia, por la fe en Jesucristo, sin embargo, Dios juzgará todas nuestras acciones. Aquellas cosas que hicimos para servir a Dios, serán tenidas en cuenta como tesoros en el cielo, aquellas que hicimos para servir al mundo, nuestro ego, o al dinero, no pasarán ese juicio. Pablo termina diciendo que muchos serán salvos, pero con gran perdida. Es decir, se pasaron su vida entera y no acumularon tesoros en el cielo.
Si evalúas tu vida hoy, cuantos tesoros en el cielo has acumulado? Aún hay tiempo para decidir enfocar toda nuestra vida a hacer tesoros en el cielo.