“Sólo Dios me da tranquilidad; sólo él me da confianza. Sólo él me da su protección, sólo él puede salvarme; ¡jamás seré derrotado! Dios es mi salvador; Dios es mi motivo de orgullo; me protege y me llena de fuerza. ¡Dios es mi refugio!”. Salmos 62:5-7 (TLA)
Siempre habrá personas en tu vida que te malinterpreten y personas a las que no les agradas. Siempre habrá personas que te critiquen, te juzguen, te ataquen y difundan rumores sobre ti.
Cuando te malinterpretan, tendrás una tendencia a entrar y defenderte. Cuando te atacan, tu primera reacción suele ser atacar también, igual que el resto de nosotros. Cuando las personas te critican, también quieres criticarlos. Cuando las personas te insultan, también quieres insultarlos.
No lo hagas deja que Dios sea tu defensor. Cada vez que estás siendo atacado, criticado, abatido o mal entendido, tienes dos opciones: puedes defenderte, o puedes dejar que Dios te defienda. ¿Quién crees que puede hacer un mejor trabajo defendiéndote? ¿Quién podrá? Dios puede.
Presta atención a esto: te pareces más a Cristo cuando no dices nada frente a los ataques, mentiras y críticas injustas. Eres muy parecido a Jesús cuando te quedas en silencio y lo dejas en las manos de Dios.
“Cuando lo insultaban, [Jesús] jamás contestaba con insultos, y jamás amenazó a quienes lo hicieron sufrir. Más bien, dejó que Dios lo cuidara y se encargara de todo, pues Dios juzga a todos con justicia” 1 Pedro 2:23 (TLA).
Incluso Jesús no se defendió ante su condena y persecución injusta. Confiaba en Dios que lo defendiera cuando más necesitaba y confiaba tener Su justicia final.
En la Biblia, el rey David fue criticado y atacado toda su vida. De hecho, durante la mayor parte de su vida, la gente quería matarlo porque estaban celosos de él.
En el Salmos 62:5-7, David dijo esto: “Sólo Dios me da tranquilidad; sólo él me da confianza. Sólo él me da su protección, sólo él puede salvarme; ¡jamás seré derrotado! Dios es mi salvador; Dios es mi motivo de orgullo; me protege y me llena de fuerza. ¡Dios es mi refugio!” (TLA).
Muchas personas también van a estar celosas de tu éxito y querrán atacarte por muchas razones diferentes. Pero al igual que David, debes dejar que Dios sea tu protector, tu Salvador, tu defensor, tu vencedor y tu refugio.
Deja que Dios se encargue. Deja que sea tu defensor.
Reflexiona sobre esto:
¿Cuáles son algunas cosas prácticas que puedes hacer para evitar hablar o actuar en venganza?
¿Por qué querría Dios que permanezcamos en silencio cuando estamos bajo ataque? ¿Por qué no querría que intentemos probar que tenemos razón?