Durante mi infancia, mis padres solo disponían de un número limitado de vías de entretenimiento: unos pocos canales en la televisión (no teníamos cable), la radio, los discos compactos y el alquiler de películas en VHS.
Hoy en día no es así. Con la llegada de la Internet, el streaming y los dispositivos personales, las opciones de medios han aumentado exponencialmente. Puede ser abrumador para los padres cristianos discernir lo que ellos deben ver, y mucho más lo que deben ver sus hijos.
¿Cómo navegan los padres la tensión de querer proteger a sus hijos de los contenidos dañinos y al mismo tiempo evitar el legalismo que puede ser contraproducente? Mientras discipulas a tus hijos a través de la cantidad impresionante de opciones que tienen a su alcance, ¿qué consideraciones pueden guiar tu enfoque? Aunque no son exhaustivas, aquí hay diez cosas que pueden ayudar.
1. Examina los valores, no solo la calificación.
La clasificación por edades de la MPAA y la cantidad de obscenidades, sexo y violencia en los contenidos es algo que los padres deberían investigar, con la ayuda de recursos como las guías parentales de IMDB, Common Sense Media y MovieGuide. Pero al examinar una posible serie o película para tus hijos, es importante ir más allá del «recuento de palabrotas» y considerar también los mensajes y valores más sutiles que están en juego. No importa cuántas veces alguien diga: «¡Es solo una película entretenida! No hay que darle demasiadas vueltas», el hecho es que toda película o serie tiene un mensaje o, al menos, una cosmovisión implícita que impulsa su narrativa. Incluso las películas sobre cachorros policías, Legos y automóviles que hablan. ¿La mejor manera de evaluar los valores? Mira la película tú mismo primero. Pero si no tienes tiempo para eso, practica el siguiente punto.
2. Escucha a padres, líderes y críticos en los que confíes.
Los padres ocupados rara vez tenemos tiempo para ver las cosas que queremos ver, y mucho menos para ver previamente algo que nuestros hijos quieren ver. Eso está bien. Lo más probable es que alguien de tu red lo haya visto y pueda hablar de su contenido. Considera la posibilidad de unirte o crear un grupo de Facebook (o algún otro foro en línea) en el que padres cristianos con mentalidad similar puedan poner en común sus conocimientos y recomendaciones sobre el contenido para niños. Escucha a los pastores y líderes de confianza cuando adviertan de algo en la cultura pop o recomienden algo beneficioso. Encuentra críticos cristianos conservadores de cine y televisión (¡existimos!) y lee nuestras reseñas.
3. Distingue entre «peligroso, pero bueno» y «seguro, pero no bueno».
En El león, la bruja y el ropero, se describe a Aslan como un ser «peligroso, pero bueno». Es una idea que puede informar sobre todos los aspectos del discipulado, incluso sobre nuestros hábitos respecto al uso de entretenimiento. «Seguro» no siempre equivale a «bueno». Muchos padres cristianos podrían asumir que cualquier cosa con clasificación G o libre de «contenido objetable» es «segura» y apropiada para sus hijos. Pero muchos programas y películas «seguros» no son buenos. Sus valores subyacentes son poco sólidos, o simplemente no son buenos en el sentido de calidad: producidos de forma barata, carentes de belleza o creatividad. Del mismo modo, algunos contenidos realmente excelentes y hermosos —con temas sólidos que celebran la bondad y la virtud— pueden contener algunos elementos «peligrosos» que hacen dudar a los padres. Dependiendo de la edad y la madurez de tu hijo, estos últimos contenidos podrían ser más beneficiosos que los primeros.
4. El contenido «educativo» no es automáticamente bueno para tus hijos.
A veces asumimos que cualquier cosa «educativa» —ya sea un programa de Netflix que enseñe el abecedario, una serie de PBS que enseñe a ir al baño o incluso un contenido educativo cristiano— es automáticamente bueno para nuestros hijos. Ciertamente, ¡muchos de ellos lo son! En la medida en que el entretenimiento educativo despierta la curiosidad y el aprendizaje en el mundo real (por ejemplo, los documentales sobre la naturaleza que avivan el deseo de un niño de ir al zoológico o de plantar un jardín), puede ser estupendo. Pero incluso el contenido educativo puede ser un fin adictivo en sí mismo para algunos niños. Algunos contenidos educativos cristianos son moralistas, teológicamente dudosos o poco útiles en su aplicación. Por otra parte, algunos contenidos educativos están impulsados por una agenda o por una motivación política, así que investiga un poco si tienes alguna sospecha sobre quién está produciendo el contenido y por qué.
5. Orienta a tu hijo hacia contenidos que despierten su curiosidad.
No menosprecies el valor del asombro y la imaginación para el desarrollo espiritual de tu hijo. Al igual que las novelas de fantasía, como Narnia o El Señor de los Anillos, son valiosas porque nos transportan a mundos fantásticos —no a pesar de ello—, también son valiosos los contenidos que estimulan la imaginación y la curiosidad de los niños. El entretenimiento y el escapismo no son malos, especialmente para los niños. Es bueno que se queden boquiabiertos y asombrados cuando ven la televisión o el cine, sobre todo si eso les lleva a conocer y apreciar mejor el misterioso y majestuoso mundo que Dios ha creado.
6. Dirige a tu hijo hacia contenidos que cultiven el amor a Dios y a las personas.
Lo que consumimos da forma a nuestros amores. Por eso es importante la composición de nuestra dieta de medios (no solo para los niños, sino también para nosotros los adultos). Cuando hables con tus hijos sobre los medios que consumen, ayúdales a pensar en esto. ¿Qué están amando más o menos como resultado de ver una película o un programa en particular? Para los cristianos, llamados a amar a nuestro Dios y a nuestro prójimo (Mt 22:36-40), ¿cómo elegimos los contenidos que nos ayudan a obedecer estos grandes mandamientos?
Muchas películas o programas infantiles, por ejemplo, se centran principalmente en el mensaje del amor propio: abraza tu identidad y ámate a ti mismo. Pero el amor cristiano se dirige principalmente hacia arriba y hacia afuera. ¿Qué historias pueden ayudar a entrenar nuestro amor en esas direcciones?
7. No dejes que el algoritmo elija por tus hijos.
Los algoritmos de los servicios de streaming son inquietantemente sofisticados. Si dejas a tus hijos solos en Netflix o YouTube, las recomendaciones de «ver siguiente» serán cada vez más irresistibles, ya que determinan exactamente lo que a tu hijo le encanta ver. Pero por mucho que la inteligencia artificial pueda averiguar los patrones de consumo de tu hijo, no puede determinar lo que es bueno para su sabiduría. Evita dejar que su viaje de visualización vaya a donde el algoritmo sugiere, sin la supervisión de los padres. Considera la posibilidad de utilizar YouTube Kids o los controles parentales de Netflix, Disney+, Prime Video, Apple TV+, etc. Involúcrate más que los algoritmos en la selección de contenidos para tu hijo.
8. Evalúa la edad y la madurez de tu hijo.
Lo apropiado del contenido audiovisual varía según la edad y la madurez de tu hijo. En lugar de basarte en las clasificaciones del estilo TV-14 o PG-13, guíate por lo que sabes de la disposición de tu hijo. ¿Cuáles son sus tentaciones y desencadenantes particulares? ¿Qué le provoca pesadillas? Ten en cuenta también su madurez espiritual y sus conocimientos bíblicos. Cuanto más confíes en la comprensión de tu hijo de lo que es bueno y verdadero —tal y como se revela en la Palabra de Dios—, más libertad podrás darle en lo que ve, sabiendo que es capaz de invocar la sabiduría bíblica para evaluar los mensajes que encuentra. Por el contrario, si tu hijo tiene una comprensión débil de la verdad bíblica, sé más cauteloso sobre lo que puede ver. No los envíes a la batalla sin armadura.
9. Encuentren contenidos que puedan disfrutar juntos.
En esta era de consumo privado de entretenimiento, nos ponemos los auriculares, desaparecemos en nuestra habitación y nos vamos. Esto es malo para todos, pero es especialmente peligroso para los niños. Marca un precedente en tu casa para ver contenidos juntos. Organiza noches de película. Elige contenidos que conecten con el flujo habitual de la vida de tu familia. ¿Vas a hacer un viaje familiar? Puedes ver algún documental sobre ese lugar. ¿Te gusta cocinar con tus hijos? Mira programas sobre comida, cocina y repostería. En lugar de que cada uno de los miembros de la familia vaya por su lado, encuentra cosas que puedan ver juntos.
10. Limita el tiempo de pantalla.
Incluso si estamos consumiendo un contenido sólido y nutritivo, en exceso puede ser malo para nosotros. Demasiado de algo bueno es malo. Necesitamos descansos. Fomenta ritmos de tiempo sin pantallas en casa. Pero en lugar de centrarte en el mensaje negativo (¡guarda el teléfono!), ayuda a tu hijo a ver el valor de otras actividades: leer libros, salir al aire libre, hacer manualidades, ir a la iglesia, leer la Biblia, descansar, estar en silencio, orar. A veces, la mejor respuesta a la pregunta «¿Está bien ver esto?» es, «Claro, pero hay cosas mejores que podríamos hacer con nuestro tiempo». Pastorea a tu hijo para que sepa cuáles son esas cosas mejores y para que eventualmente las elija primero, por su propia voluntad.
BRETT MCCRACKEN