«Hillsong, que en su día fue líder del cristianismo cool, pierde fuerza en Estados Unidos».
A estas alturas, titulares como este (tomado de un artículo del New York Times del 29 de marzo escrito por Ruth Graham) se han vuelto tristemente predecibles. Parece que casi todos los «líderes del cristianismo cool» —ya sean pastores famosos tatuados o iglesias de clubes nocturnos de moda— se apagan y pierden el rumbo rápidamente. Lo cual no sorprende en absoluto. Por su misma naturaleza, las cosas que están de moda son efímeras. Lo que está de moda es, por necesidad de las reglas de la moda, rápidamente obsoleto.
Esta es una de las muchas razones por las que ir tras lo cool es una pérdida de tiempo para las iglesias y los pastores, como sostengo en mi libro Hipster Christianity: When Church and Cool Collide [El cristianismo hipster: cuando la iglesia y lo cool colisionan]. Si priorizas la moda pasajera, es probable que el impacto de tu ministerio sea de corta duración. Si te preocupas demasiado por ser «amigable» y atractivo para los gustos inconstantes de cualquier generación o contexto cultural, la trascendencia del cristianismo y el poder profético del evangelio se verán reducidos y moldeados por el espíritu de la época. El cristianismo centrado en la relevancia siembra las semillas de su propia obsolescencia. Es una mala idea. Rara vez termina bien.
Lamentar y aprender
Desde Mars Hill hasta Hillsong (y muchas otras), independientemente de cuán predecible y desacertada sea la dirección de la «iglesia cool», el fracaso de las iglesias es una tragedia. No debemos alegrarnos por esto. Debemos lamentarnos y aprender.
¿Cuáles son las lecciones?
Por un lado, estos titulares deberían recordarnos que la relevancia no puede sustituir a la reverencia; de hecho, puede que la ponga en riesgo. La vida cristiana no debe estar orientada a caer bien, sino a amar a Dios y a los demás. Mucho más importante que estar a la moda es ser fiel. Mucho más importante que buscar hacer lo que todos hacen con las personas que nos rodean, es mejor permanecer arraigado en la inmutable Palabra de Dios.
Temas como la confesión y el arrepentimiento, la obediencia diaria a todo el consejo de las Escrituras y el compromiso sensato con las disciplinas espirituales no son novedosas y no te harán aparecer en revistas de moda . Pero son las cosas que conforman una fe sana, sostenible y de obediencia duradera. Con cada iglesia de moda que cierra y cada pastor famoso que cae, se espera que cada vez más cristianos estén despertando a esta realidad.
Tal vez una iglesia aburrida, poco cool y que no se avergüenza de ser iglesia sea en realidad algo bueno. Tal vez un cristianismo que no apela a mis preferencias de consumo y que no se guía por lo que dice Twitter es exactamente el tipo de fe que necesito.
Éxito a corto plazo, fracaso a largo plazo
Es opuesto a lo que uno esperaría. En su momento, una iglesia grande llena de veinteañeros —ansiosos por escuchar el sermón del famoso pastor y adorando fervientemente con alabanzas de rock— parecería un triunfo incuestionable. Debido a que nuestros criterios de éxito en la iglesia estadounidense han reflejado durante mucho tiempo los criterios de la economía de mercado del capitalismo (las cosas más grandes siempre son mejores; el consumidor manda), asumimos que, si una «iglesia cool» está repleta de chicos cool, está funcionando.
Pero si «funciona», ¿por qué tantos de estos «chicos cool» caen, dejan la fe y abandonan la iglesia en los primeros diez años? Lo he visto con demasiada frecuencia. Los resultados a largo plazo del movimiento de la iglesia «hipster» son pésimos. Hay muchas razones por las que la ruina está alcanzando a los cristianos «milenials», pero estoy convencido de que una de las principales causas es que las iglesias «relevantes» que formaron a estos chicos lo hicieron sobre un fundamento de fe poco sólido. En lugar de ser arraigados firmemente en la antigua historia, sus iglesias plantearon la fe en términos de lo nuevo. En lugar de ser llamados a la santidad, sus iglesias los llamaron a la relevancia. En lugar de ser impregnados de doctrina, eclesiología sólida y ortodoxia teológica, fueron impregnados de deísmo terapéutico moralista.
Los resultados a largo plazo hablan por sí mismos.
Fidelidad > Cool
Para quien ha formado parte de iglesias así, tienes razón en estar fatigados. No es de extrañar que te estés hundiendo. Pero hay un camino mejor.
En vez de la iglesia cool llena de personas que parecen modelos, encuentra la iglesia más fiel, llena de personas que buscan parecerse a Jesús.
En lugar de la iglesia en la que todos comparten los mismos gustos en cuanto a estilo y música, encuentra la iglesia en la que todos estén apasionados por Jesús, Su Palabra y la búsqueda de la santidad.
En lugar de la iglesia con el pastor más carismático y célebre (al que probablemente nunca conocerás), busca la iglesia en la que Jesús es la celebridad más grande y el pastor es alguien humilde, accesible y de bajo perfil, con un largo historial de integridad en su manera de vivir y en el ministerio.
En lugar de la iglesia de un cristianismo «reinventado» o «nuevo», donde la discontinuidad con el pasado es una virtud («¡No somos la iglesia de tu abuela!»), encuentra una en la que se conozca y celebre la historia y la tradición cristiana, en la que se atesore la continuidad con el pasado.
En lugar de la iglesia que busca tu comodidad —siempre indicando que todo va bien, pero nunca desafiándote—, encuentra una que genere una incomodidad que te impulse a crecer, una iglesia donde la santidad es más importante que una experiencia «sensible al buscador».
Esto último ha sido especialmente transformador en mi propia fe y producto de esa experiencia escribí mi libro Uncomfortable [Incómodo]. Una vez que aceptamos la inevitable dificultad, incomodidad y costo del discipulado cristiano, no nos sorprenderán los desafíos en la iglesia. Nos mantendremos en la vida de la iglesia local incluso cuando sea difícil y, por ello, tendremos una mejor oportunidad de crecer. Una vez que aceptemos la realidad poco cool, pero hermosa de la iglesia local, es probable que nuestra fe sea más sólida y persistente.
Salud eclesial luego de la enfermedad cool
Esto concuerda con los comentarios que he recibido de lectores —a menudo exhipsters— a lo largo de los años en los que he escrito sobre temas relacionados con la «iglesia cool». Comparten cómo su fe ha prosperado más en las iglesias que no son cool e innovadoras. La semana pasada recibí este mensaje:
Tristemente, la mayoría de mis amigos que buscaron ser parte del «cristianismo cool» se han alejado de Dios… Probablemente estoy en la iglesia más «aburrida» de la que he sido parte, pero nunca me he sentido tan amado y como en familia en una iglesia, nunca había tenido enseñanza tan sólida y nunca había crecido tanto en mi fe.
Otro lector escribió: «Mi deseo de tener una “iglesia cool” era como un añadido al evangelio. Jesús no era suficiente, así que mi círculo social de la iglesia también tenía que hacerme sentir mejor conmigo mismo».
Estos testimonios son alentadores. Mientras que algunos veteranos de las «iglesias cool» terminan cayendo o abandonando la iglesia por completo, otros llegan a ver que ser la esposa de Cristo es hermoso y vale la pena, incluso si está vestida con un vestido anticuado en lugar de uno según las últimas tendencias de la moda.
En un mundo de tendencias confusas y desechables, muchas cosas parecen derrumbarse tan rápido como llegan: marcas, celebridades, movimientos, instituciones, ideas… Cuando malinterpretamos la fe como una cosa más del saco consumista, también se convierte en una moda pasajera, tan frágil e inconstante como la última tendencia viral de TikTok.
La vida de la fe cristiana debería ser totalmente diferente: obediencia duradera, lentitud para el enojo, sensatez y diligencia para seguir a Jesús fielmente, andando en comunidad, en las buenas y en las malas, para bien o para mal. ¿Esta forma de cristianismo laborioso y anticuado se hará viral en Instagram o aparecerá en revistas de moda? Es probable que no. Pero sí llevará a los cristianos a la madurez y les ayudará a correr una carrera larga, constante y fructífera, como lo ha hecho con innumerables santos a lo largo de dos milenios. Oro para que tú y yo seamos contados entre ellos.
BRETT MCCRACKEN