“Ama al Señor tu Dios, obedécelo y sé fiel a él, porque de él depende tu vida, y por él vivirás mucho tiempo en el territorio que juró dar a tus antepasados Abraham, Isaac y Jacob”. Deuteronomio 30:20 (NVI)
Demasiadas personas han creído el mito de que el amor es incontrolable, que es algo que simplemente nos sucede. De hecho, incluso el lenguaje que utilizamos sugiere lo incontrolable que es el amor. Decimos: “Me enamoré”, como si el amor fuera algo que sucede de repente. ¡Es como si estuviera caminando un día por la calle y de repente! Me enamoré. No pude hacer nada para evitarlo.
Pero aquí está la verdad: eso no es amor. El amor no es algo que te pasa de repente. El amor es una elección y representa un compromiso.
No hay duda de que la atracción es incontrolable y la excitación también lo es, pero la atracción y la excitación no son amor. Pueden llevar al amor, pero no son amor. El amor es una elección.
Debes elegir amar a Dios; Él no te obligará a amarlo (Deuteronomio 30:20). Puedes hacer a un lado a Dios e ir por un camino totalmente diferente y de seguro destruirás tu vida si eliges hacer eso, y aun así Dios no te obligará a amarlo, porque sabe que el amor no puede ser forzado.
Este mismo principio es válido para tus otras relaciones: puedes elegir amar a los demás, pero Dios no te obligará a amar a nadie.
Reflexiona sobre esto:
¿Vez al amor en una forma diferente cuando entiendes que es una elección?
¿Cómo explicarías la diferencia entre el amor que proviene de Dios y el amor que se basa en la comprensión humana?
¿Qué personas en tu vida han demostrado la verdad, de que el amor es una elección y un compromiso?