El libro de Santiago dice que «La oración eficaz del justo puede lograr mucho» (5:16). Esta frase nos motiva a clamar a nuestro Dios porque Él, en Su voluntad soberana, usa nuestras oraciones para cambiar el mundo. Pero ¿qué significa con exactitud esta frase de Santiago?
¿Significa que recibiremos todo lo que pedimos en oración o que la santidad fortalece nuestras oraciones? Antes de contestar estas preguntas y señalar las características de la oración eficaz, veamos el versículo en su contexto.
El contexto
El libro de Santiago termina con un llamado a la oración. Si hay sufrimiento en la iglesia, «que se haga oración» (v. 13). Si hay enfermedades, «que llame a los ancianos de la iglesia y que ellos oren por él» (v. 14). También describe los resultados de la oración: «La oración de fe restaurará al enfermo, y el Señor lo levantará» (v. 15). Si ha cometido pecados «le serán perdonados». Santiago dice que cuando hay problemas en las vidas de los creyentes, Dios está dispuesto a escuchar el clamor de sus hijos.
Santiago aplica esta verdad: «Por tanto, confiésense sus pecados unos a otros, y oren unos por otros para que sean sanados» (v. 16). En otras palabras, si la oración puede ayudar al hermano que sufre una enfermedad, por sus pecados u otra razón, ¡hay que orar! Santiago vincula a la oración con una promesa: «La oración eficaz del justo puede lograr mucho».
El significado
Veamos algunas características de la oración eficaz:
1) La oración eficaz se hace en fe
Santiago menciona la oración de fe en dos ocasiones (1:5-8; 5:15). La fe es necesaria para una oración eficaz porque, como dice el autor de Hebreos, «sin fe es imposible agradar a Dios» (11:6).
Algunas personas tratan de manipular a Dios en este punto, proclamando que recibirán sus peticiones porque ellos suponen que fueron hechas en fe. Pero la oración de fe no tiene que ver con los resultados de la oración. Por el contrario, tiene que ver con la creencia sencilla de que Dios existe, nos escucha y que cada resultado de la oración está en Sus manos soberanas y misericordiosas.
2) La oración eficaz tiene los motivos correctos
Santiago menciona otro obstáculo a la oración eficaz: «Piden y no reciben, porque piden con malos propósitos, para gastarlo en sus placeres» (4:3). Los motivos impuros pueden descalificar nuestras oraciones.
3) La oración eficaz viene de los labios «del justo»
Santiago no promete que la oración de todos puede obtener todo lo pedido. Debemos tener cuidado en este punto, porque nadie es perfecto y Dios nos escucha por causa de la justicia de Cristo, no por la nuestra. No obstante, nuestras vidas sí importan en la oración, como Santiago afirma.
El salmista reconoce: «Si observo iniquidad en mi corazón, el Señor no me escuchará» (66:18). Otros pasajes mencionan que nuestro pecado contra otras personas puede ser un obstáculo en la oración (p. ej., 1 P 3:7; cp. Mt 5:23-24, Mr 11:25, 1 Ti 2:8).
Nuestra motivación al buscar ser justos en nuestro comportamiento debe ser agradar a Dios primero, no recibir las cosas que queremos (¡no olvides el último punto!). Dios es el que decide cómo y cuándo contestarnos.
Vale la pena mencionar el ejemplo del rey Ezequías en Isaías 38. Después de escuchar que iba a morir (v. 1), Ezequías oró al Señor, «Te ruego, oh Señor, que te acuerdes ahora de cómo yo he andado delante de Ti en verdad y con corazón íntegro, y he hecho lo bueno ante Tus ojos” (v. 3, énfasis añadido). Dios le respondió, diciendo que había escuchado su oración y que iba a añadir quince años a su vida (v. 5). Tu justicia en este sentido sí importa en la oración (cp. Sal 7:8, 18:20).
4) La oración eficaz pide a Dios: «Hágase tu voluntad»
Un pensamiento equivocado sobre la oración eficaz enseña que esta siempre logrará lo que yo quiero. Las respuestas de Dios no siempre son las que queremos y en el tiempo deseado. Aun nuestro Señor Jesucristo, el hombre más justo, oró así: «pero no sea como Yo quiero, sino como Tú quieras», cuando pidió ser rescatado de morir en la cruz (Mt 26:39). Nuestra confianza delante de Dios es que «si pedimos cualquier cosa conforme a Su voluntad, Él nos oye» (1 Jn 5:14).
Hay más que puedo mencionar, pero vale la pena recomendar una práctica muy útil para la oración: el simple hecho de responder en oración a lo que dice la Biblia. No debe sorprendernos que orar siguiendo la guía de ciertos pasajes de la Biblia sea poderoso, porque ella produce lo que necesitamos para orar eficazmente: fe, vidas y motivaciones santas (Ro 10:17; Jn 17:17), y también porque revela la voluntad de Dios.
¿Qué resultados obtiene la oración eficaz?
La respuesta es sencilla: los resultados que quiere nuestro Dios todopoderoso. Toma en cuenta el ejemplo que Santiago comparte:
Elías era un hombre de pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviera, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Oró de nuevo, y el cielo dio lluvia y la tierra produjo su fruto (Stg 5:17-18).
Según este ejemplo tomado del Antiguo Testamento, ¡la oración eficaz puede parar la lluvia por más de tres años! (1 R 17-18). Entonces, no hay límites en la manera que Dios puede contestar nuestras oraciones que siempre estén bajo Su voluntad soberana.
Me encantan las palabras de Pablo: «El que no negó ni a Su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también junto con Él todas las cosas?» (Ro 8:32). Si somos hijos de Dios y «más que vencedores» a Sus ojos (v. 37), ¿por qué no nos contestaría si oramos conforme a Su voluntad?
La oración eficaz cambia el mundo
Me gusta la historia (en inglés) que cuenta el Dr. Phil Ryken.
Cuando era miembro de una iglesia en Escocia, Ryken observó que los miembros de su iglesia dieron gracias a Dios por contestar sus oraciones para ayudar a los países de Europa del este a escapar del comunismo y el imperio soviético. Realmente pensaron que sus oraciones ayudaron en estos eventos globales. Ryken comentó que estuvo a punto de decirles a algunos que la situación era más complicada de lo que pensaban. Había asuntos de la economía global, las relaciones entre naciones, sus armas nucleares y las faltas graves del comunismo. Iba a decirles que solo sus oraciones no eran suficientes para derribar el Muro de Berlín. Pero no lo hizo. Sabía que tal pensamiento no era correcto y que Dios sí usa las oraciones de Sus hijos para cambiar la historia del mundo. ¿No es verdad que «Dios ha escogido lo necio del mundo para avergonzar a los sabios»? (1 Co 1:27).
No olvidemos que Pablo manda que oremos «por los reyes y por todos los que están en autoridad» (1 Ti 2:2). ¿Por qué mandaría Dios esto si no tuviera planes para usar estas oraciones para cambiar el mundo?
La oración eficaz tiene resultados más grandes de lo que podemos imaginar. Dios es «poderoso para hacer todo mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos» (Ef 3:20). ¿Oras como si esto fuera verdad? No, Dios no siempre va a contestarnos en la manera que queremos ni en el tiempo que queremos. Pero cuando oramos en fe, todo es posible, no porque somos tan sabios o poderosos, sino porque Dios lo es.
KEVIN HALLORAN