¿O no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en ustedes, el cual tienen de Dios, y que ustedes no se pertenecen a sí mismos? (1 Co 6:19).
Pablo nos recuerda que somos templo del Espíritu Santo. Él habita en nosotros y, por lo tanto, le pertenecemos a Dios. Pero esta verdad se complementa con otra de igual importancia: «no se pertenecen a sí mismos», es decir, que los creyentes no somos nuestros.
La expresión «¿o no saben?» es como decirles: «ustedes lo saben muy bien». Con el fin de ser enfático, lo que Pablo dice también se puede expresar así: «ustedes saben muy bien que no se pertenecen a ustedes mismos».
Ahora bien, lo que subyace a esta declaración es la redención. El lenguaje de la redención es la base que da forma al argumento de Pablo: somos de Dios y no nos pertenecemos porque Él nos compró. No somos nuestros, somos siervos del Señor.
Los cristianos respondemos «¡amén!» con entusiasmo a la verdad de que somos de Él. Estamos persuadidos y lo celebramos. Sin embargo, no siempre es así con la verdad complementaria, que «no somos nuestros». Por lo general, no asociamos en nuestras mentes ambas verdades.
Es decir, la convicción de que ahora pertenecemos a Cristo no siempre viene acompañada de su realidad gemela: no nos pertenecemos a nosotros mismos. No siempre miramos ambos asuntos juntos. No deberíamos separarlos, porque la Biblia no lo hace. Decir que somos de Cristo y que no nos pertenecemos son las dos caras de una misma moneda, aunque por lo general se nos olvide esta segunda parte.
Este doble sentido del que estoy hablando es bien captado en la respuesta a la primera pregunta del Catecismo de Heidelberg:
Pregunta: ¿Cuál es tu único consuelo tanto en la vida como en la muerte?
Respuesta: Que yo, con cuerpo y alma, tanto en la vida como en la muerte, no me pertenezco a mí mismo, sino a mi fiel Salvador Jesucristo.
Somos de Cristo en cuerpo, alma, y mente. Nuestra vida es del Señor y Él hace según Su sabia y buena voluntad. No nos pertenecemos. Somos Su posesión y eso es glorioso.
GERSON MOREY