“Me complace hacer tu voluntad, Dios mío, pues tus enseñanzas están escritas en mi corazón”. Salmo 40:8 (NTV)
Si deseas conocer la voluntad de Dios, debes parar de ser guiado por tus circunstancias.
Quizás te estés rascando la cabeza preguntándote, “Espera un momento —¿no es que Dios dirige mis circunstancias?” Sí, Dios quiere dirigir tus circunstancias, pero nunca debes dejar que tus circunstancias sean tu guía.
Por ejemplo, piensa en la historia de Jonás. Dios le dijo a Jonás que fuera a Nínive y predicara allá. Jonás le respondió a Dios que no iría y se fue en la dirección opuesta. Estas son las circunstancias: había un barco en el puerto esperando para zarpar hacia Tarsis; Jonás tenía el dinero para el pasaje; en el barco había lugar para que Jonás viajara; Jonás se embarca. Con todos los detalles alineados para que él viajara a Tarsis, él podría haber pensado fácilmente, “esta debe ser la voluntad de Dios”. Pero ¿acaso no terminó siendo una decisión equivocada? ¡No puedes confiar solo en las circunstancias!
La Biblia está llena de ejemplos de circunstancias que parecían prometedoras y terminaron en desastre.
En Hechos 27, Pablo había sido llevado a Roma como prisionero. La noche anterior a la fecha de la partida de su barco, Dios le dijo a Pablo durante su oración que el barco se encaminaría directo a una tormenta. Pablo se lo comunicó a los marineros y al capitán, “Señores, veo que nuestro viaje va a ser desastroso y que va a causar mucho perjuicio tanto para el barco y su carga como para nuestras propias vidas” Hechos 27:10 (NVI).
Desafortunadamente, las circunstancias evitaron que los hombres escucharan a Pablo: “Cuando comenzó a soplar un viento suave del sur, creyeron que podían conseguir lo que querían, así que levaron anclas …Poco después se nos vino encima un viento huracanado, llamado Nordeste, que venía desde la isla. El barco quedó atrapado por la tempestad y no podía hacerle frente al viento, así que nos dejamos llevar a la deriva… a duras penas pudimos sujetar el bote salvavidas” Hechos 27:13-16 (NVI).
Esta es la historia de muchos creyentes que confían en las circunstancias. Las circunstancias parecían buenas, pero se transformaron en desastrosas.
Las circunstancias pueden guiarte por el camino equivocado. Puedes malinterpretarlas, puedes depositar en ellas una fe sin garantías, y Satanás puede manipularlas. Así que siempre chequea tus circunstancias con la Palabra de Dios.
Reflexiona sobre esto:
Piensa en algún momento en que pensaste que algo circunstancial era una puerta abierta. ¿Esas circunstancias confirmaron la voluntad de Dios o te desviaron del camino?
¿Por qué a veces es más fácil seguir nuestras circunstancias que la voluntad de Dios?
¿Cómo puede Dios usar tus circunstancias para ayudar a dirigirte en el camino que debes seguir?