“El Señor está cerca de los que tienen quebrantado el corazón; él rescata a los de espíritu destrozado”. Salmo 34:18 (NTV)
Cada cambio que experimentamos en la vida incluye una pérdida, porque renuncias a algo antiguo para obtener algo nuevo. Y no hay pérdida sin dolor, y no hay dolor sin quebranto.
El quebranto no es malo. Es la forma en que logramos las transiciones de la vida. Lo que es malo es el dolor sin procesar. Si no te afliges, te quedas estancado emocionalmente y pasarás el resto de tu vida reaccionando a algo que sucedió hace mucho tiempo. ¡Eso no es saludable!
A veces, la única respuesta apropiada y lógica a la vida, es el dolor: las pérdidas, las decepciones, el pecado y el sufrimiento en el mundo. Dios no espera que seas feliz todo el tiempo. De hecho, Dios quiere que seas intencional con tu dolor. El dolor es una elección. No todo lo que es útil y saludable te hace sentir bien. Tienes que permitirte hacer duelo por las pérdidas para que puedas recibir la bendición de Dios.
No hay dolor que puedas experimentar que Jesús no entienda. Él ha experimentado toda la soledad, toda la traición y todo el rechazo que posiblemente podamos experimentar. Y la buena noticia es que Él vino a sanar nuestros corazones.
Cuando estás triste, Dios te acerca a Él mismo. El Salmo 34:18 dice: “El Señor está cerca de los que tienen quebrantado el corazón; él rescata a los de espíritu destrozado” (NTV). Cuando estás afligido, puedes sentir que Dios está a un millón de millas de distancia. Pero lo que sientes y lo que es real no siempre son lo mismo. Dios no está a un millón de millas de distancia. De hecho, nunca ha estado más cerca: “restaura a los de corazón quebrantado y cubre con vendas sus heridas” Salmo 147:3 (NVI).
Deja que Dios restaure tu alma haciendo tres cosas:
Confía en el Buen Pastor para perdonar tus pecados. Romanos 3:23-24 dice: “pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo Jesús efectuó” (NVI).
Libera a tus ofensores, y enfócate en el futuro. Tu alma no puede ser restaurada hasta que dejes ir el resentimiento. “Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia. Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo” Efesios 4:31-32 (NVI).
Únete a Jesús para llevar tu carga. Cuando estás unido a Jesús, no tienes que soportar tu carga solo: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana” Mateo 11:28-30 (NVI).
Reflexiona sobre esto:
¿Hay alguna pérdida que no hayas podido hacer duelo? ¿Cómo te ha afectado física, emocional y espiritualmente?