No siempre nos damos cuenta de cómo Dios nos habla. Hemos visto películas en las que Dios sale de los cielos a Moisés de manera tan poderosa y dramática. Pero la mayor parte del tiempo Dios nos habla en "un suave susurro" o "el silbo apacible y delicado" (1 Reyes 19:12). Sentimos una impresión interior, un impulso en nuestro corazón. Es como una sugerencia, algo que de repente sabemos que debemos hacer. Eso no es aleatorio; ese es Dios hablándote.
Seis veces en los Evangelios, Jesús dice: "¡El que tiene oídos para oír, que oiga!" (Marcos 4: 9), y ocho veces en el libro de Apocalipsis, agrega, "lo que el Espíritu está diciendo". Está hablando de tus oídos internos. Él está diciendo: "¿Eres sensible a los susurros? ¿Estás prestando atención a lo que sientes en tu espíritu?" Es fácil ignorarlo, empujarlo hacia abajo. Pero si comienzas a obedecer las indicaciones, las sugerencias, los suaves susurros, Dios te guiará por el mejor camino para tu vida.
Cuando de repente sientas compasión por alguien y sientas la necesidad de hacerle saber que te importa, no ignores el susurro, incluso si crees que está bien. Dios no te hubiera dado esa impresión si no la necesitaran. No sabes por lo que está pasando la gente. Ese susurro es Dios guiándote. Cuanto más obedezcas a esta vocecita apacible, más Dios te podrá confiar.
A veces sientes inquietud e inquietud, como una alarma interna que te dice que no hagas algo, que te mantengas alejado de una persona, una situación o un negocio. Todo puede parecer bien, pero no vayas en contra del susurro. Dios ve cosas que nosotros no podemos ver. Él sabe dónde están los callejones sin salida. Él conoce a las personas que nos derribarán y nos harán perder el tiempo. Si ese susurro dice "retrocede", es porque Dios te está protegiendo. Cuando tienes que tomar grandes decisiones, es importante callarte y escuchar el susurro, escucha lo que sientes. No puedes escucharlo si siempre estás ocupado, ruidoso, estresado, recibiendo opiniones de los demás. No es que Dios no esté hablando; es que necesitas momentos de silencio para poder escuchar el susurro.
Todas las mañanas me gusta comenzar el día diciendo: "Dios, ayuda a mis oídos espirituales a ser sensibles a tu voz hoy. Ayúdame a escuchar lo que el Espíritu Santo me está diciendo". Cuanto más sensibles seamos a los susurros del Espíritu, lo que sentimos, las impresiones, más lejos llegaremos. Estás a un susurro de entrar en mayor favor, mayor influencia, mayores recursos y algo que nunca imaginaste.