Solo porque un hombre golpee su pulgar con un martillo, no significa que los martillos deban prohibirse. Los martillos siguen siendo útiles para golpear clavos. No hace falta que retiremos los aceleradores del mundo y volvamos a los automóviles de los Picapiedra solo porque las personas utilicen los aceleradores para superar el límite de velocidad. Tampoco tomaría la decisión de no volver a comer solo porque tenga ocho kilos de sobrepeso. En cada caso, el mal uso debería llevar al uso correcto, no al desuso.
Aprendí este principio al estudiar la respuesta que Pablo da a los corintios por el mal uso de los dones espirituales (1 Co 14:26-40).
¿Mejor deshacerse del martillo?
Al principio de mi ministerio, pude observar que los dones milagrosos eran mal utilizados en contextos carismáticos y pentecostales. En mi opinión, la teología de la salud y la prosperidad, más la excesiva elevación de las lenguas como indicador espiritual, eran buenas razones para descartar por completo los dones controversiales. Mejor no buscar los dones que usarlos mal y abrir la puerta a toda clase de abusos, pensaba. ¿Por qué abrazar lo que es potencialmente distractor y quizás peligroso? Mi miedo al exceso y al fracaso me inclinaba hacia no utilizarlos.
Al estudiar 1 Corintios 14, lo que me llamó la atención fue que, a pesar de toda la culpa de los corintios por el mal uso de los dones, a Pablo nunca se le ocurrió decirles que debían detenerse y desistir. Por el contrario, le dijo a la iglesia cómo usar los dones correctamente: los dones llamativos no deben eclipsar los dones de predicación, oración o canto de la congregación (vv. 13-19). No más de dos o tres deberían hablar en lenguas y siempre con un intérprete (v. 27). Las palabras proféticas también deben limitarse a dos o tres, siempre filtradas para discernir lo que es bueno y descartar lo que no lo es (v. 29). El abuso de los dones no se corregía con el desuso, sino con principios de decencia y orden (v. 40).
Ahora estoy convencido de que los dones milagrosos continúan vigentes, pero incluso si crees que esos dones cesaron con el cierre del canon bíblico, el principio detrás de las palabras de Pablo a los corintios sigue siendo instructivo para nosotros. Pablo sabía que el uso de esos dones en la iglesia era apropiado (al menos en ese momento), así que no respondió al mal uso por parte de los corintios recomendando que dejaran de usar los dones completamente. En lugar de eso, apeló a los principios bíblicos, creó nuevos límites y aseguró como resultado que el mal uso de los dones se produjera con menos frecuencia. Pablo no les quitó el martillo, sino que les enseñó a los corintios a dar en el clavo.
Evitando la reacción pendular
El principio que Pablo utiliza de «uso correcto y no dejar de usar» puede ayudarnos también con otras reflexiones teológicas. De hecho, conozco pocas verdades y prácticas bíblicas que puedan sostenerse correctamente sin prestar cierta atención a este principio. Cuando una enseñanza bíblica se utiliza de forma incorrecta, no debemos negar esa enseñanza por completo, sino encontrar textos relacionados y principios bíblicos que proporcionen equilibrio y estructura a nuestra comprensión. Debemos preguntarnos qué enseña un texto bíblico y, a continuación, preguntar también qué otras cosas enseña la Biblia que puedan informar nuestra comprensión de ese pasaje y definir su alcance, sus límites, su aplicación y su importancia.
Esta es la protección de Dios contra una teología pendular reactiva, la tendencia generalizada a hacer oscilar nuestra doctrina de un lado a otro como reacción a los excesos teológicos y metodológicos que percibimos. Mucha de nuestra teología actual es reaccionaria, nacida del miedo al exceso o al abuso, más que de la sabiduría, el discernimiento y el cuidado informados por las Escrituras y llenos del Espíritu. Hemos compensado en exceso el mal uso rechazando creencias y prácticas en lugar de reformarlas. El problema de un péndulo reactivo es que puede balancearse como un martillo usado de manera imprudente hacia la otra dirección.
Los ejemplos son demasiados para nombrarlos, y la violación del principio de «uso correcto y no dejar de usar» es un factor que ha llevado a la polarización radical dentro del cuerpo de Cristo. Los debates reactivos sobre el liderazgo masculino en el hogar, el liderazgo y la autoridad en la iglesia, la igualdad entre hombres y mujeres en Cristo, el lugar de las buenas obras en la vida cristiana, la definición de justicia bíblica, la expresividad en el culto y la libertad cristiana han conducido a esta división.
La reflexión sobria debe triunfar sobre el reaccionar celosamente. No nos atrevamos a desechar la enseñanza bíblica solo porque alguien, en algún lugar, la haya aplicado mal. Hacerlo tiene tanto sentido como volver a los carros a caballo simplemente porque la gente conduce a toda velocidad.
Un llamado a una reforma equilibrada
Para contrarrestar nuestra tentación de «corrección» hipercelosa y farisaica, haríamos bien en llevar el principio de «uso correcto y no dejar de usar» a todas nuestras reflexiones teológicas. Lucha con el texto y deja que la Escritura ilumine la Escritura. Busca todos los pasajes relevantes que puedas. Estudia la historia de la iglesia. Luego deja que tus descubrimientos se cristalicen en un entendimiento más consistente y bíblicamente matizado.
Un enfoque calmado y sensato hace preguntas aclaratorias:
•¿Qué dice este texto?
•¿Existen otros pasajes que informen mis conclusiones sobre este?
•¿Existen posibles excesos a los que pueda llevar mi interpretación?
•¿Se abusa de esta enseñanza bíblica en la iglesia actual?
•¿Ha abordado Dios esos abusos en otros lugares de las Escrituras?
•¿Mi experiencia sobre el mal uso o el abuso de una enseñanza ha suscitado en mí temores que afectan mi manera de leer este texto?
•¿Ha inspirado Dios medidas de uso correcto para hacer frente a esos excesos y abusos?
•¿Qué principios de maestros bíblicos fieles o de la historia de la iglesia deberían informar y quizás equilibrar mis conclusiones?
•¿De qué manera las voces culturales contemporáneas influyen en mi comprensión y aplicación?
Hoy en día, cuando la teología reaccionaria y acalorada está quemando la tierra, necesitamos una nueva generación de discípulos cristianos que sean lo suficientemente sensatos como para preservar al bebé antes de tirar el agua de la bañera. Necesitamos discípulos reverentes que busquen la reforma espiritual continua a través de la exégesis sólida, la reflexión bíblica, la comprobación textual y la aplicación guiada por el Espíritu. Si este es tu objetivo, el principio de «uso correcto y no dejar de usar» es un buen punto de partida.
TIM SHOREY