Esto es personal. No estoy criticando a nadie más. Para algunos, Twitter puede ser incluso una necesidad. Pero yo estoy fuera. Con renuencia, porque es posible hacer algún bien en Twitter. Pero aun así, estoy fuera.
¿Por qué? Seré breve.
Mi visión de Twitter está influenciada por estas Escrituras:
«Respeten lo bueno (honra) delante de todos los hombres» (Ro 12:17). La honra manifiesta en público requiere una cuidadosa reflexión.
«La bondad (razonabilidad o moderación) de ustedes sea conocida de todos los hombres» (Flp 4:5). Los cristianos deberían destacar por ser personas razonables y moderadas en este mundo que grita de rabia.
«La ira del hombre no obra la justicia de Dios» (Stg 1:20). Nuestro fervor moral se siente muy bien, pero es inmoral y destruye la justicia.
«Que todo se haga para edificación» (1 Co 14:26). «Todas las cosas» incluye cada tuit. Cada uno de ellos.
«El necio da rienda suelta a su ira, pero el sabio la reprime» (Pr 29:11). Un pensamiento que me viene a menudo: «Ray, cállate».
«Al entrar en la casa, denle su saludo de paz. Y si la casa es digna, que su saludo de paz venga sobre ella; pero si no es digna, que su saludo de paz se vuelva a ustedes» (Mt 10:12-13). Algunas personas nunca estarán satisfechas, porque no pueden ser satisfechas.
Cuando compruebo esto, el Señor me aconseja que deje de intentarlo y, con tristeza, apartarme, permitiendo que mi paz vuelva a mí.
En el marco de estas y otras Escrituras, tres consideraciones pesan sobre mí:
La primera, el bien que se puede lograr en Twitter también se puede lograr, y de forma mucho más fructífera, en la vida real.
Desplazarse por Twitter es una experiencia intensa. Pero su intensidad puede engañarnos. Parece más real de lo que es. La demanda emocional exige demasiado. Twitter traiciona la participación a la que nos atrae. Acabamos disminuidos, incluso heridos, una y otra vez. Durante años, mi propio cálculo de costos/beneficios se inclinaba a favor de los beneficios. Ya no lo veo así.
La segunda es que me entristece el comportamiento de los cristianos en Twitter. ¡Hay tantos a quienes admiro! Pero Twitter puede despertar la vena mezquina dentro de cada uno de nosotros. De hecho, algunos de nosotros no nos damos cuenta del daño que hacemos. Las acusaciones imprudentes, las insinuaciones, los señalamientos airados, las reacciones precipitadas, las calumnias frívolas: rara vez he sido el blanco de esa fealdad. Pero al observar esto, mi propia alma empezó a sufrir. Me sentía contaminado.
Como me gusta decir, «la doctrina del evangelio crea una cultura del evangelio». Todos nos quedamos cortos a la hora de encarnar la belleza del evangelio. A mí me pasa lo mismo. Pero cuando cruzamos la línea para mostrar lo opuesto a Jesús, repetida y públicamente, me opongo. Me opongo con cada fibra de mi ser. Me niego a participar.
La tercera es que Twitter consume tiempo, y no tengo tiempo que perder. Para un hombre de 70 años, estoy sorprendentemente saludable. Pero tarde o temprano, algo malo me encontrará y me eliminará. Bien. Jesús está preparando un lugar eterno para mí. Pero si muero, digamos en mi cumpleaños número ochenta, lo cual es hipotético, pero posible, quiere decir que a partir de hoy, solo me quedan 2677 días en este mundo. En el día de mi muerte, ¿me arrepentiré de no haber pasado tiempo en Twitter? La respuesta es obvia.
Echaré de menos interactuar con mis amigos de Twitter. Ellos saben quiénes son, y son magníficos. Pero la amistad es mejor cara a cara. Estés donde estés, Dios te ha dado verdaderos amigos. Como nos instó sabiamente Shakespeare, «¡Abrázalos a tu alma con aros de acero!».
¿Por qué no llamar a un amigo ahora mismo y decirle lo mucho que significa para ti?
«Que el mismo Señor de paz siempre les conceda paz en todas las circunstancias. El Señor sea con todos ustedes» (2 Ts).
Ray Ortlund