Estudio Biblico
La persecución ha sido una experiencia común en el cristianismo desde que los apóstoles proclamaron por primera vez el mensaje de salvación. Incluso en lugares que han sido bendecidos con un largo período de paz y prosperidad, no hay garantía de cuánto tiempo durará. Y aunque es posible que algunos de nosotros nunca experimentemos persecución severa, como prisiones o muerte por nuestras creencias, probablemente todos hemos sentido el aguijón del rechazo o el ridículo. Cualquiera que sea la forma que pueda tomar el acoso, todos debemos estar preparados para sufrir por Cristo.
Pedro escribió a un grupo de creyentes que eran tratados duramente por su fe. Su objetivo era ofrecer aliento y un recordatorio para seguir el ejemplo de Cristo, quien sin haber pecado sufrió en nuestro lugar para llevarnos a Dios. Y aunque la multitud junto a la cruz se burlaba de Él, el Señor nunca respondió con palabras hirientes (1 P 2.21-23).
Sin esta perspectiva, podremos sentir autocompasión o resentimiento cuando seamos maltratados. Pero Pedro nos recuerda que somos bendecidos cuando sufrimos por causa de la justicia. No solo recibiremos una recompensa en el cielo (Mt 5.11, 12), sino que podemos también tener la oportunidad de ser testigos de Cristo, con dulzura y reverencia.
La reacción sabia a la persecución fluye de una comprensión correcta del plan de Dios. El sufrimiento injusto es, a veces, parte de su voluntad para nosotros, como lo fue para Cristo. Pero podemos confiar en nuestro Padre celestial, sabiendo que Él puede obrar en cada situación para nuestro bien y para su gloria.
3:14 Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis,
3:15 sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros;
3:16 teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo.
3:17 Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal.
3:18 Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;