“Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo he de partir. El Señor ha dado; el Señor ha quitado. ¡Bendito sea el nombre del Señor!”. Job 1:21 (NVI)
Cuando eres un cristiano inmaduro, Dios te da muchas emociones de confirmación y a menudo responde a las oraciones más inmaduras y egocéntricas para que sepas que Él existe. Pero a medida que creces en la fe, Él te separara de estas dependencias.
La omnipresencia de Dios y la manifestación de Su presencia son dos cosas diferentes. Una es un hecho; la otra es a menudo un sentimiento. Dios siempre está presente, incluso cuando no lo sientas, su presencia es demasiado profunda para ser medida por una simple emoción.
Sí, Dios quiere que sientas su presencia, pero anhela más que confíes en Él. Vivimos por la fe, no por vista ni por nuestros sentimientos.
Las situaciones en que más ejercitas tu fe serán en esos momentos en que la vida se desmorona y no encuentras a Dios en ningún lugar. Esto le pasó a Job. En un solo día perdió todo: su familia, su negocio, su salud y todas sus posesiones. Luego, por 37 capítulos, ¡Dios no dijo nada!
¿Cómo alabas a Dios cuando no entiendes lo que está sucediendo en tu vida y Dios está en silencio? ¿Cómo te mantienes conectado en una crisis sin comunicación? ¿Cómo mantienes tus ojos en Jesús cuando están llenos de lágrimas? Haz lo que hizo Job: “luego se dejó caer al suelo en actitud de adoración. Entonces dijo: “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo he de partir. El Señor ha dado; el Señor ha quitado. ¡Bendito sea el nombre del Señor!” Job 1:21 (NVI).
Dile a Dios exactamente cómo te sientes. Derrama tu corazón delante de Él. Entrega todas las emociones que sientas. Job hizo esto cuando dijo: “No puedo evitar hablar; debo expresar mi angustia. Mi alma llena de amargura debe quejarse” Job 7:11 (NTV).
Job gritó cuando Dios parecía distante: ¡Qué días aquellos, cuando yo estaba en mi apogeo y Dios bendecía mi casa con su íntima amistad!” Job 29:4 (NVI).
Dios puede manejar tus dudas, enojo, miedo, pena, confusión y preguntas.