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El primer llamado a la adoración - Genesis 1:1
Estudio Biblico
Artículo de
Jonny Gibson
En diciembre de 1968, mientras el Apolo 8 orbitaba alrededor de la luna, la voz de Bill Anders resonó en la tierra con algunas de las palabras más conocidas de la Biblia: “En el principio, Dios creó los cielos y la tierra”. Tal como está Génesis 1:1 , es una declaración de hecho simple pero profunda. Sin embargo, también es más que eso. Es fáctico, sí, pero también es litúrgico. Génesis 1:1 es el primer llamado a la adoración. En la primera línea de las Escrituras, Dios nos llama a adorarle por lo que es y por lo que ha hecho en la creación.
Teología detrás de la liturgia
Génesis 1:1 es litúrgico porque primero es teológico. Por consecuencia buena y necesaria, podemos deducir razonablemente doce atributos de Dios de este versículo.
1. Dios es uno
En el principio, había Dios y sólo Dios. Esta es una de las grandes afirmaciones de la Biblia: hay un Dios, y fuera de él no hay otro ( Isaías 45:5 ). Conectada a esta verdad está la unidad de Dios, también conocida como su sencillez. Porque Dios es Creador, no creado, es un ser simple, no un ser compuesto. Dios es uno; no tiene partes. De hecho, en el Antiguo Testamento, la unidad de Dios está en el corazón de la adoración de Israel: “Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios, el Señor uno es” ( Deuteronomio 6:4 ).
2. Dios es Espíritu
Antes de la creación de los cielos y la tierra, no había nada más que Dios. El espacio, el tiempo, la materia y la energía fueron creados por él, lo que significa que él mismo no consiste en espacio, tiempo, materia o energía. Como Creador, Dios es distinto en su esencia del mundo que ha creado. En el Nuevo Testamento, Jesús afirma explícitamente lo que aquí se dice implícitamente: “Dios es espíritu” ( Juan 4:24 ).
3. Dios es eterno
Para que Dios estuviera presente en el principio, tenía que existir antes del principio de los tiempos, lo que significa que Dios está fuera del tiempo. Su existencia es eterna. Estuvo allí en el principio porque no tuvo principio, y estará allí al final porque tampoco tiene fin. Dios era y es y ha de venir, es eterno. “Antes que nacieran los montes, y formases la tierra y el mundo, desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios” ( Salmo 90:2 ).
4. Dios es infinito
La frase “los cielos y la tierra” es un merismo: dos polos opuestos que también incluyen todo lo que hay en el medio. En otras palabras, “En el principio, Dios hizo todo ”. Por todo , sin embargo, debemos pensar no simplemente en el universo físico. Los cielos y la tierra incluyen tanto lo invisible como lo visible, reinos visibles e invisibles. Dada su naturaleza creada, estos reinos son finitos, pero para que Dios cree reinos finitos, él mismo debe ser infinito. La Biblia transmite esta verdad al afirmar su inmensidad u omnipresencia ( Isaías 6:3 ; Jeremías 23:23–24 ), pero también al afirmar cuán insondable es su majestad: “Grande es el Señor, y muy digno de alabanza, y su grandeza es inescrutable” ( Salmo 145:3 ).
5. Dios es inmutable
Antes de que Dios creara todo, simplemente era. Esto significa que no había nada externo a Dios que pudiera cambiarlo, su ser era el mismo a lo largo de la eternidad pasada. Y después de que creó todo, dado que el universo dependía (y depende) de él, no pudo (y no puede) cambiarlo. Dios ha permanecido igual en la eternidad pasada, y seguirá siendo el mismo en la eternidad futura. El Dios que era y es y que ha de venir es el mismo Dios. En resumen, él es inmutable. “Toda dádiva buena y perfecta desciende de lo alto, del Padre de las luces, en quien no hay mudanza ni sombra de mudanza” ( Santiago 1:17 ).
6. Dios es autoexistente
Dios existía antes que el mundo y, por lo tanto, no dependía de lo que creó. En su esencia, Dios es independiente; no depende de nadie ni de nada para su existencia. Los teólogos llaman a esto la aseidad de Dios , del latín a se , que significa que Dios es “de sí mismo”. Es decir, Dios deriva su existencia de sí mismo y de ninguna otra cosa. Dios es puro ser; de hecho, su nombre es Ser. Cuando Moisés le pregunta a Dios por su nombre, responde: “Yo soy el que soy” ( Éxodo 3:13–14 ).
7. Dios es vida
Para que Dios creara vida en el cielo y en la tierra (ángeles, vegetación, peces, pájaros, reptiles, animales y la humanidad), tenía que tener vida en sí mismo. Dios tenía que ser el Dios vivo para crear los seres vivos. La Biblia afirma que Dios es la vida misma ( 1 Juan 5:20 ), tiene vida en sí mismo ( Juan 5:26 ), es la fuente de vida ( Salmo 36:9 ), y es aquel en quien vivimos y nos movemos y tenemos nuestro ser ( Hechos 17:28 ). De hecho, Dios dice de sí mismo: “Vivo yo para siempre . . .” ( Deuteronomio 32:40 ).
8. Dios es inmortal
Dado que Dios vivía solo en una vida tranquila antes de la creación, no había nada que pudiera quitarle la vida. Y dado que lo que creó depende de él de por vida, todavía no hay nada que pueda quitarle la vida. Dios tiene vida en sí mismo, lo que significa que nada en el cielo o en la tierra se la puede quitar. Dios no puede morir. El es inmortal. Como Pablo le dice a Timoteo, “solo [Dios] tiene inmortalidad” ( 1 Timoteo 6:16 ).
9. Dios es Creador
El verbo crear es un verbo bastante singular en el Antiguo Testamento. Ocurre unas cuarenta veces y solo tiene a Dios como tema. En la Biblia, solo Dios crea, lo cual es otra forma de decir que solo Dios es el Creador. “Todos los dioses de los pueblos son ídolos inútiles, pero el Señor hizo los cielos” ( Salmo 96:5 ).
10. Dios es Omnipotente
Si, en el principio, Dios el Creador hizo todo de la nada, entonces debe ser todopoderoso. Debe ser omnipotente, capaz de ejecutar su voluntad como le plazca. Como Pablo afirma a la iglesia de Éfeso, Dios “es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos”. Por lo tanto, “a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos” ( Efesios 3:20–21 ).
11. Dios es omnisciente
Si, en el principio, Dios el Creador hizo todo de la nada, entonces debe ser todo sabio. Debe ser omnisciente, capaz de ejecutar su voluntad sin instrucciones ni aportes de nadie. Como dice el profeta Jeremías, Dios es “el que hizo la tierra con su poder, el que estableció el mundo con su sabiduría, y con su inteligencia extendió los cielos” ( Jeremías 10:12 ).
12. Dios es soberano
Si Dios es el Creador todopoderoso y sabio de todo, entonces, después de que hizo los cielos y la tierra, debe haber permanecido en control de ellos. Los cielos y la tierra no pueden escapar de la soberanía de Dios porque fueron creados por Dios y siguen dependiendo de Dios. Por lo tanto, cualquier cosa que se desarrolle en la historia de los cielos y la tierra debe permanecer bajo el control soberano de Dios. “Sé que todo lo puedes y que ningún propósito tuyo puede ser frustrado” ( Job 42:2 ).
Espíritu y Palabra
Podemos resumir estas doce grandes verdades acerca de Dios de Génesis 1:1 en una sola frase:
Dios es un espíritu, eterno, infinito, inmutable, autoexistente, viviente e inmortal en su ser, el Creador omnipotente y omnisciente y Soberano de todas las cosas en el cielo y en la tierra, de todas las cosas visibles e invisibles.
Este es el Dios que encontramos en el primer versículo de la Biblia. Y como tal, estamos llamados a adorarlo. Adoración es lo que los seres vivientes en el cielo están haciendo en este momento mientras cantan: “Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria y la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existieron y fueron creadas”. ( Apocalipsis 4:11 ). Si esa es la respuesta de las criaturas en el cielo al contemplar quién es Dios y lo que ha hecho en la creación, ¿cuál debería ser nuestra respuesta como sus criaturas en la tierra?
Sin embargo, la adoración cristiana es más que una adoración incondicional de Dios como el Creador de todo. Los versículos que siguen a Génesis 1:1 pueden ayudarnos aquí. Después del acto inicial de la creación, se dice que el Espíritu de Dios está presente ( Génesis 1:2 ), flotando sobre las aguas. Y luego Dios habla por su palabra para formar y llenar su creación ( Génesis 1:3–2:3 ). Así que podríamos resumir con precisión la obra de Dios en la creación de esta manera: en el principio, Dios creó todo de la nada por los agentes de su palabra y Espíritu.
El apóstol Juan amplía esta verdad al comenzar su Evangelio, afirmando que en verdad fue Cristo, el Verbo eterno, quien estuvo presente en el principio con Dios, obrando como su agente en la creación ( Juan 1:1–5 ). Y el apóstol Pablo escribe de Cristo en términos similares:
Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda la creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, visibles e invisibles, ya sean tronos, dominios, principados o autoridades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y en él todas las cosas subsisten. ( Colosenses 1:15–17 )
Por lo tanto, lo que tenemos en Génesis 1:1–3 es un llamado a adorar a Dios por quién es y por lo que ha hecho en la creación, a través de Cristo y para Cristo.
Sea la gloria
Nuestra adoración a Dios, por supuesto, implica mucho más. Pero los primeros versículos de la Biblia nos brindan el comienzo y el fundamento de la adoración cristiana. Entonces, la próxima vez que escuche las palabras de apertura de Génesis, escúchelas como el llamado de Dios para venir y adorarlo a través de su Hijo y Espíritu. Es lo que han estado haciendo las criaturas celestiales desde el principio de la creación:
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, es ahora y siempre será, por los siglos de los siglos. Amén.
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