Este es el día en que el Señor actuó; regocijémonos y alegrémonos en él. —Salmos 118:24
Uno de mis mayores deseos en el ministerio es ver a las personas disfrutar plenamente de la calidad de vida por la que Jesús murió para darnos, no solo para leer o hablar al respecto, sino para caminar en ella y experimentarla como una realidad diaria.
Muchas personas, incluida yo misma, estamos extremadamente orientadas a objetivos. Estamos tan concentradas en el mañana que a menudo no apreciamos ni disfrutamos el día de hoy porque siempre estamos pensando en el futuro, pensando en el próximo evento, trabajando para completar la próxima tarea y viendo qué podemos marcar en nuestras listas de tareas pendientes.
Nuestra sociedad acelerada y de alta presión nos insta a lograr todo lo que podamos lo más rápido que podamos, para que podamos lograr aún más. A lo largo de los años, he aprendido que la búsqueda intensa de una meta tras otra puede hacer que nos perdamos parte del disfrute que nos ofrece la vida. Dios tiene propósitos y planes que quiere que cumplamos durante el transcurso de nuestra vida terrenal, pero también quiere que disfrutemos y aprovechemos al máximo cada día que vivimos. ¡Dios me recuerda con frecuencia que viva el momento!
Cuanto más te acerques a Dios, más te darás cuenta de que está bien reducir la velocidad y disfrutar tu vida en Él. El deseo de Dios es que experimentes Su amor, Su paz y Su gozo a diario.
Hoy es el día que Dios te ha dado; elige regocijarte y alegrarte en este día.