JOHN PIPER
¿Deben los cristianos ricos rebajar su nivel de vida? Es una pregunta de Kevin, un seguidor del podcast en Dakota del Sur. «Pastor John, gracias por este podcast y por su ministerio. Gracias por predicar contra el evangelio de la prosperidad y por su modelo personal de contentamiento y generosidad. Todo esto es proféticamente necesario en nuestra época. Pero también tengo una pregunta sobre la riqueza, específicamente sobre 1 Timoteo 6:17-19. Soy un estadounidense de clase media, no fabulosamente rico según los estándares culturales de mi época. Pero en la perspectiva global, e históricamente, soy rico. Siempre que le oigo enseñar sobre el texto de Pablo, le oigo insinuar que los cristianos ricos están llamados a rebajar intencionadamente su estilo de vida. Deberían vivir en casas más pequeñas de lo que podrían permitirse y disfrutar de los placeres más sencillos de la vida. Hay una maravillosa advertencia aquí sobre la confianza en la riqueza que todos deberíamos tener en cuenta.
Sin embargo, Pablo no parece decir en este texto que los ricos deben rebajar su estilo de vida personal. Leo a Pablo y asumo que un cristiano acaudalado hoy podría vivir en una mansión de dos millones de dólares y dos mil metros cuadrados, conducir un BMW nuevo y seguir teniendo su esperanza puesta en Dios, el dador de todos estos dones, mientras magnifica a Cristo en sus negocios honestos. Pero en esa situación de abundancia, Pablo les diría: No sean orgullosos. Mueran a la autosuficiencia. Disfruten de todo como un don, y nunca pongan su esperanza en las riquezas. Por el contrario, “sean ricos en buenas obras” y “sean generosos y prontos a compartir” (v. 18). Me parece que desanima a los ricos a buscar una mayor acumulación de riquezas o “construir un granero”, como lo llamó Jesús. Pero no parece que Pablo se preocupe demasiado por llamar a los ricos a rebajar deliberadamente sus propias condiciones de vida. ¿Estoy pasando algo por alto aquí?».
Condicionamiento cultural
Bien, empecemos afirmando algo controversial: no solo Pablo no parece muy interesado en llamar a los ricos para que rebajen a propósito sus propias condiciones de vida, sino que tampoco parece muy interesado en pedir cuentas a los dueños de esclavos por tenerlos. Así que ahí lo tienes. Eso debería hacer que todo el mundo se pusiera a la defensiva.
No, no estoy equiparando la posesión de riqueza con la esclavitud. El punto de esa comparación es este: si Pablo optó por explotar la esclavitud no con una acusación directa, sino con dinamita teológica como la que escribió a los Corintios («Ustedes fueron comprados por precio. No se hagan esclavos de los hombres», 1 Co 7:23), ¿podría ser que adoptara el mismo enfoque teológico y explosivo para apartar a las personas de los lujos?
Ahora bien, antes de ilustrar lo que quiero decir, permíteme aclarar algo de lo que soy muy consciente: soy consciente de que cualquier advertencia o amonestación que pueda hacer a alguien que vive una vida diez veces más opulenta que la mía, podría hacérmela alguien cuya vida es diez veces menos opulenta que la mía. Soy consciente, como estadounidense, que globalmente este último grupo que vive una vida diez veces menos opulenta que la mía, es el 99% del mundo.
Ahora bien, esta es la implicación de esa realidad: o soy un hipócrita de primera clase, lo cual es posible, o soy una voz culturalmente condicionada que intenta que la Palabra de Dios llame a cuentas a la afluencia occidental, incluida la mía, a la luz de las Escrituras, sin especificar precisamente qué grado de afluencia es destructivo para la vida espiritual y el testimonio.
¿Qué nos queda?
Entonces, ¿cómo aborda el Nuevo Testamento el tema del lujo y la opulencia, la suntuosidad y las riquezas? Kevin, por supuesto, tiene razón en que Pablo no se dirige a los ricos de sus iglesias con condenación, ni tampoco a los esclavistas, por cierto. El texto al que se refiere Kevin es este:
A los ricos en este mundo, enséñales que no sean altaneros ni pongan su esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en Dios, el cual nos da abundantemente todas las cosas para que las disfrutemos. Enséñales que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, generosos y prontos a compartir, acumulando para sí el tesoro de un buen fundamento para el futuro, para que puedan echar mano de lo que en verdad es vida (1 Ti 6:17–19).
Así que esta es la pregunta: Cuando estos cristianos ricos han reconocido la incertidumbre de las riquezas, han puesto su esperanza en Dios, han hecho el bien, han sido ricos en buenas obras, han sido generosos, han estado dispuestos a compartir, se han aferrado a la vida que no consiste en posesiones, ¿qué crees que les queda para vivir?
Bueno, es cierto: no lo dice, y por eso nunca he especificado con precisión qué grado de lujo es destructivo para la vida espiritual y el testimonio. Por otro lado, al leer el Nuevo Testamento, considero que es mi labor, como voz bíblica que intenta ser fiel a lo que está ahí, inquietar a los ricos —incluyendo a John Piper, especialmente a él— llamando la atención sobre las formas en que el Nuevo Testamento nos empuja implacablemente hacia la simplicidad y la economía por causa del avance del evangelio y nos aleja del lujo, la opulencia y el refinamiento.
Por lo tanto, permítanme empujar en dirección contraria a la de Kevin cuando dice esto: «Yo… asumo que un cristiano rico hoy en día podría vivir en una mansión de dos millones de dólares y dos mil metros cuadrados, conducir un BMW nuevo, y aun así tener su esperanza puesta en Dios, el dador de todos estos dones, mientras magnifican a Cristo en sus negocios honestos». Ahora, mi respuesta a esto es empujar en la dirección opuesta, sabiendo que hay maneras mucho más poderosas de magnificar a Cristo que a través de los negocios honestos, a pesar de lo bueno que eso es, y sabiendo que hay muchos otros pasajes de las Escrituras que deben meterse en la piel de aquellos de nosotros que quieren rodearse de mucho más de lo que necesitamos.
4 razones por las que la riqueza es peligrosa
He aquí una forma de mostrar lo que quiero decir. Jesús dijo: «¡Qué difícil es que entren en el reino de Dios los que tienen riquezas!» (Lc 18:24). No dijo: «Qué difícil será entrar en el reino de los cielos para quienes aman las riquezas». En otras palabras, es una advertencia sobre el peligro de ser rico, no solo de querer serlo.
Ahora, ¿por qué es así? ¿Por qué Jesús diría eso? ¿Por qué la riqueza dificulta la entrada al cielo? ¿Por qué es peligroso ser rico? Permíteme mencionar cuatro indicaciones bíblicas de por qué sería así.
1. Las riquezas tienden a ahogar la fe.
Jesús advierte en la parábola del sembrador que muchos «son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida» (Lc 8:14). Las riquezas no son neutrales; tienen una tendencia a ahogar la vitalidad de la vida cristiana radical. Por lo tanto, la palabra para los ricos como yo nunca debe ser simplemente: «Oh, si eres honesto estás bien». En realidad, no estás bien necesariamente. Estás en peligro.
2. Las riquezas nos impiden una obediencia radical.
Jesus dijo: «Cualquiera de ustedes que no renuncie a todas sus posesiones, no puede ser Mi discípulo» (Lc 14:33). Ahora bien, a partir de todos los demás textos, sabemos que esto no significa que los cristianos no posean nada. Significa que son radicalmente libres del control de las posesiones y que están siempre dispuestos a realizar actos de obediencia en los que arriesgan sus vidas. Pero cuanto más acostumbrados estamos al lujo, esto se hace más difícil y menos parece a los de fuera que estemos libres de cosas, y eso debería importarnos. Debería importarnos lo que la gente pueda inferir.
3. Las riquezas confunden nuestro verdadero tesoro.
Pablo dijo que su objetivo en la vida era que Cristo fuera magnificado en su cuerpo, «ya sea por vida o por muerte» (Fil 1:20). En otras palabras, quería vivir y morir de manera que el mundo viera que Cristo era magnífico para él, más satisfactorio que las posesiones o la vida.
Y con ese fin, dijo: «Yo estimo como pérdida [basura] todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor» (Fil 3:8). En otras palabras, no magnificamos a Cristo solo por ser honestos en nuestros negocios. Magnificamos a Cristo viviendo de tal manera que comunicamos al mundo que Cristo es más valioso para nosotros que casas, automóviles, tierras y la vida misma.
4. Las riquezas distorsionan las motivaciones puras.
Lo que finalmente nos lleva a la cuarta indicación de por qué es difícil que los ricos entren en el cielo, es decir, si las motivaciones para buscar símbolos de riqueza (tanto si las consideramos así como si no, lo son) son puras. Es difícil mantenerlas puras, muy difícil.
Así que, volviendo a la mansión de dos millones de dólares, o por ejemplo hay una casa aquí en el lago Minnetonka que salió a la venta ayer en mi zona por quince millones de dólares. ¿Por qué querría un cristiano que tiene su tesoro en el cielo, cuya vida está dedicada a hacer todo el bien que pueda y cuyo deseo es mostrar al mundo que Cristo es más precioso que las cosas, dar la impresión que las riquezas son su tesoro? ¿Cuál sería el motivo para comprar una mansión así y rodearse de más y más y más de lo que no necesita?
Quizás debería terminar con una pregunta más para el dueño de la mansión: ¿A quién se la vas a dejar cuando mueras? Si has experimentado el milagro de atesorar a Cristo sobre todas las cosas y de vivir para el bien de los demás, ¿crees que entregar toda esa riqueza a otros les ayudará a experimentar ese milagro? ¿Crees que hará bien a tus hijos hacerlos ricos o poner un palacio en manos de algún ministerio?
Mi postura es la siguiente: sin especificar qué medida de riqueza es destructiva para el alma o para nuestro testimonio, el Nuevo Testamento nos empuja implacablemente hacia la sencillez y la economía por el bien del evangelio y nos aleja del lujo y la opulencia.