JOHN PIPER
«Hola, Pastor John. ¿Cuál diría que es la diferencia entre ser una persona solitaria que es cristiana y una persona solitaria que no “ama a los hermanos”, como dice Juan en 1 Juan 3:14? ¿Es lo mismo? ¿El hecho de ser alguien solitario es lo mismo que ser una persona sin amor? Pastor John, ¿qué tendría para decir sobre esto?».
Bueno, como solemos hacerlo, empecemos con una definición. No podemos hablar de lo que no conocemos. Entonces, esta es mi definición, solo voy a elegir una, de lo que es una persona solitaria. Una persona solitaria es aquella que se siente muy cómoda estando sola. Se siente a gusto leyendo un libro por la noche sin nadie más en el apartamento. Se siente a gusto dedicando su tiempo a trabajar la madera en el garaje sin nadie más alrededor. Se siente a gusto trabajando en la cocina, en sus trabajos manuales o yendo de excursión a la montaña sin amigos a su alrededor.
Eso es lo que quiero decir con «solitario». Ya sea por genética, por crianza o por experiencias posteriores, es una persona que ahora se siente bastante cómoda estando sola. Entonces, la pregunta es: ¿Ser alguien solitario significa que eres una persona que carece de amor por otros?
Nuestra personalidad innata
Durante mucho tiempo me ha fascinado el hecho de que los seres humanos sean por naturaleza tan diferentes unos de otros. Lo que son propensos a hacer y sus inclinaciones son muy variados debido a su personalidad innata. He estado fascinado con el significado moral de esto, ya que parece estar tan arraigado en nuestra personalidad y no parece cambiar, esencialmente, cuando nos convertimos en cristianos.
Permíteme dar una ilustración desde la Biblia de lo que quiero decir y cómo esto es fascinante. Pablo da en Romanos algunas instrucciones sobre cómo usar tus dones espirituales y se trata de una lista inusual (Ro 12:6-8). Déjame mostrarte tres de esos dones inusuales que me desafían, son fascinantes y me hacen reflexionar sobre el hecho de ser solitario. Dice: «Pero teniendo diferentes dones, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos:… Si el de servicio, en servir; … El que da, con liberalidad; … El que muestra misericordia, con alegría» (Rom 12:6, 8).
Servicio, generosidad, misericordia. Ahora bien, lo sorprendente de llamarlos dones espirituales es que se supone que todos los cristianos deben servir, todos los cristianos deben dar y todos los cristianos deben ser misericordiosos. Entonces, ¿qué está diciendo Pablo? Considero que Pablo quiere decir que, aunque estos tres rasgos deberían caracterizar a todo cristiano, sin embargo, algunas personas están inclinadas a ellos de manera inusual. Simplemente son así, es lo que hacen, es parte de ellos. Servicio: simplemente están entregados a él. Lo mismo sucede con la generosidad y la misericordia.
Por lo tanto, esta es la inferencia que extraigo: hay diferencias reales entre los seres humanos, incluidos los cristianos, en cuanto a la naturalidad, la facilidad y la disposición, con la que somos dados o no, a los comportamientos que son verdaderos deberes cristianos para todos.
El hecho de que seamos menos dados a ciertas cosas buenas no es necesariamente pecaminoso. No significa que seamos pecadores, que estemos cometiendo un pecado cuando no hacemos esas cosas buenas en el mismo grado o con la misma intensidad con que las hacen otras personas. Podrías ser un poco más solitario o podrías ser más sociable, pero en cualquier caso no necesariamente estarías pecando. Eso es lo que infiero.
La verdad desde varios ángulos
Cuando me pregunto por qué Dios diseñó el mundo de esa manera, hay una parte interesante de la respuesta en la manera en que Jesús habló de sí mismo y de Juan el Bautista. Esto es lo que dijo:
¿A qué, entonces, compararé los hombres de esta generación, y a qué son semejantes? Son semejantes a los muchachos que se sientan en la plaza y se llaman unos a otros, y dicen: «Les tocamos la flauta, y no bailaron; entonamos endechas, y no lloraron» (Lc 7:31-32).
Luego explica:
Porque ha venido Juan el Bautista, que no come pan, ni bebe vino, y ustedes dicen: «Tiene un demonio». Ha venido el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: «Miren, Un hombre glotón y bebedor de vino, amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores». Pero la sabiduría es justificada por todos sus hijos (Lc 7:33-35).
Este es el punto: esta es una generación incrédula y Dios ha expuesto la dureza de su corazón mostrándoles que ya sea que les hable una persona como Juan o una persona como Jesús, aún así no creerán.
Juan es de ese tipo de personas, un verdadero solitario, nada fiestero, le gusta el desierto, dijo la verdad y a ustedes no les gustó. No les gustó la forma en que la dijo. Entonces llega Jesús y es muy diferente a Juan. Viene comiendo y bebiendo, es sociable, asiste a fiestas y tampoco les gusta la forma en que habla, lo que en la sabiduría de Dios muestra que no pueden culpar de su incredulidad al orador.
La sabiduría de Dios es vista en el envío de todo tipo de personas diferentes en tu vida con el fin de mostrar que tu rechazo a ellos es realmente debido a tu rechazo al mensaje, no al mensajero, porque Él te ha enviado diferentes tipos de personalidades. No tendrás el mensaje sin importar el tipo de personalidad que lo traiga.
Así que deduzco que una de las razones por las que Dios ha diseñado el mundo con personas solitarias y muchos otros tipos de personas, es para asegurarse de que el mundo escuche la verdad desde diferentes vasijas, diferentes voces, diferentes formas y diferentes personalidades para dejar en claro cuál es el verdadero asunto.
Solitarios con y sin amor
Así que mi respuesta a la pregunta de si ser solitario significa ser poco amoroso es la siguiente: no necesariamente. Diría exactamente lo mismo sobre ser una persona sociable o extrovertida. ¿Es esa persona amorosa? No necesariamente. Las personas pueden necesitar a las personas por razones egocéntricas, y las personas pueden amar la soledad por razones egocéntricas.
Entonces, la pregunta finalmente es: ¿Qué hace la diferencia entre un solitario que es egocéntrico y un solitario que es amoroso? Diría que dos cosas.
Resistiendo el miedo y la indiferencia
El solitario amoroso busca deshacerse de toda forma de miedo a los demás y de toda forma de indiferencia hacia el bien de los demás. Dondequiera que vea un motivo para temer, procura hacerlo morir por medio del Espíritu (Ro 8:13). Dondequiera que vea indiferencia en su corazón hacia el bien de otras personas, busca hacerlo morir por el Espíritu, confiando en las promesas de Dios. Confía en la promesa de que Dios cuidará de él, Dios le ayudará. No necesita ser gobernado por ninguna motivación pecaminosa tal como el temor al hombre o la indiferencia hacia el bien de las personas.
Una de las maneras de detectar y eliminar las dimensiones pecaminosas de nuestra personalidad consiste en desafiar regularmente nuestra zona de confort y actuar en contra de nuestra tendencia natural. Ahora bien, no quiero decir que dejemos de ser quienes somos o que vivamos constantemente a contracorriente de ser solitarios o ser sociables, pero sí que nos pongamos a prueba de vez en cuando para saber si estamos justificando un comportamiento pecaminoso con una inclinación natural. Esa es la primera prueba para saber si somos solitarios amorosos o solitarios egoístas.
Aprovechar la soledad para el amor
Esto es lo segundo: lo que distingue a un solitario egocéntrico de un solitario amoroso es que el solitario amoroso reconoce sus inclinaciones naturales y, en lugar de intentar ser completamente una persona que no es, busca con todas sus fuerzas y por medio de la oración, la fe y la creatividad, hacer de su personalidad solitaria un medio de amor.
Si le gusta estar en el garaje trabajando la madera él solo, que sueñe, ore y trabaje para convertir su trabajo solitario en un ministerio para el bien de los demás. Si a ella le gusta rebuscar sola en los archivos históricos de la biblioteca, que sueñe con convertir su investigación solitaria en un ministerio para el bien de los demás. En otras palabras, no tienes que estar paralizado por la desesperación de convertirte en una persona que no es solitaria para poder amar. Solo tienes que preocuparte de verdad por convertir en amor tu tendencia al aislamiento.