JASON ALLEN
Los sermones se componen de palabras. Esto significa que todo sermón se levanta o cae producto de las palabras que los predicadores eligen desplegar. Las palabras que se predican tienen el poder de la vida y la muerte; por lo tanto, el predicador debe elegir cuidadosamente sus palabras.
No se trata tanto de elocuencia como de intencionalidad. A través de los años, a medida que he supervisado mi propia predicación y he observado a otros, me he dado cuenta de cómo el uso intencional de unas pocas palabras clave fortalecerá la mayoría de los sermones. Por ejemplo, considera estas cinco:
Biblia
«La Biblia dice», una frase popularizada por Billy Graham, es uno de los lemas más dulces que un predicador puede ofrecer. Implica mucho: Dios ha hablado, Su Palabra es accesible, Su Palabra es verdadera, autoritativa y es Su Palabra para ti.
El uso intencionado de la palabra «Biblia» refuerza la autoridad de las Escrituras y la autoridad del sermón. Además, citar específicamente el texto que se está nombrando o referenciando añade fuerza. Asegúrate de que tu congregación no salga solo expuesta a la Biblia, sino inundada por ella.
Mira
Mejor aún, invita a la congregación a buscar contigo en sus biblias. A lo largo del sermón, decir «Miren conmigo en el versículo dos» o «Vean conmigo el versículo siete», impulsa continuamente a tus oyentes hacia el texto.
Cuando tus oyentes lo hacen, son capaces de trazar una línea directa desde el texto hacia tu énfasis particular, aumentando la claridad y el peso bíblico de tu sermón. Además, tus oyentes aprenderán a estudiar sus biblias, a medida que vean cómo has estudiado la tuya, lo que llevará a una congregación en proceso de maduración.
Arrepiéntete
Quizás algunos pastores eviten la palabra «arrepiéntete» porque suena demasiado draconiana, demasiado sentenciosa o demasiado confrontativa. Sin embargo, llamar al arrepentimiento es, en realidad, un acto de invitación lleno de gracia. Para aquellos que buscan perdón, el arrepentimiento es la puerta a través de la cual se entra en la habitación de la gracia de Dios.
El arrepentimiento no es solo un acto en la conversión; para el cristiano es una forma de vida. «Arrepiéntanse» era una palabra común en el libro de los Hechos y debería serlo también en nuestra predicación.
Tú
Predicar es solicitar un veredicto, es decir, presionar la verdad de Dios en la vida de los oyentes, y por eso es imposible hacerlo sin utilizar la palabra «tú». Lamentablemente, muchos predicadores tienen una renuencia malsana a la confrontación y una incapacidad para pronunciar la palabra «tú».
Llega un momento en que el sermón debe pasar de la tercera persona del plural «nosotros» a la segunda persona del singular «tú». Demasiados «nosotros» debilitan el sermón y le quitan toda su fuerza. Es imposible predicar sermones intencionales sin usar palabras intencionales; así que no tengas miedo de usar la palabra «tú».
Jesús
Lo más importante es que te asegures de apuntar a tus oyentes a quién es la Palabra: Jesús. En nuestro mundo de espiritualidad superficial y religiosidad exterior, no basta con hablar de una forma poco transparente de Dios. Si has predicado un sermón sin presentar a Jesús, entonces no has predicado un sermón cristiano.
Hagas lo que hagas, no utilices la expresión genérica y global «fe» como en «viaje de fe» o «vida de fe». La fe nunca ha salvado a nadie. Jesús salva. Modela la centralidad cristológica de Charles Spurgeon; evita las necedades imprecisas de la «espiritualidad de Oprah Winfrey».
Conclusión
Predicar es demasiado importante como para conformarse con sermones mediocres. Estas cinco palabras ayudarán a cualquier predicador a elevar la calidad de su trabajo. Asegúrate de desplegarlas de forma intencional.