“Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque él cuida de ustedes”. 1 Pedro 5:7 (NTV)
No hay nada demasiado pequeño para orar. No hay nada demasiado grande para orar. Ora por todo.
“Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque él cuida de ustedes” 1 Pedro 5:7 (NTV).
Si vale la pena preocuparse, vale la pena orar por eso.
Hay una forma sencilla de recordar cómo orar usando las manos. El Salmo 88:9 dice: “Cada día suplico tu ayuda, oh Señor; levanto a ti mis manos para pedir misericordia” (NTV).
Los dedos de tu mano izquierda representan por quién debes orar, y los dedos de tu mano derecha representan por qué debes orar. Si recuerdas estos pasos, puedes crear fácilmente el hábito de orar a lo largo del día. Hoy hablaremos de por quién orar, y mañana veremos por qué orar.
Cuando levantas tu mano izquierda, ¿qué dedo está más cerca de tu corazón? El pulgar. Las personas más cercanas a tu corazón son tu familia y tus amigos. El pulgar te recuerda que debes orar por ellos primero.
El dedo índice es el que señala el camino. Representa a los maestros y líderes en tu vida que te señalan hacia Jesús y la voluntad de Dios. Ora para que te ayuden a ti y a los demás a tomar decisiones sabias y para que ellos también sean sabios en sus propias vidas.
Tu dedo más alto es el dedo medio. Deja que te recuerde que debes orar por las personas con autoridad y por las personas que influyen en la sociedad. Ora para que dirijan con integridad e influyan en los demás para bien, no para mal.
Tu dedo anular es bastante débil. Puede ayudarte a recordar que debes orar por las personas que suelen ser más vulnerables, como los ancianos, los enfermos y las personas que no tienen suficiente para comer. Ora para que Dios provea para sus necesidades y los acerque a Él.
El último dedo, el meñique, te representa a ti. Está bien que ores por ti mismo. Pero no empieces por ahí. Ora por ti mismo en último lugar, después de orar por todos los demás.
Este sencillo recordatorio puede ayudarte a transformar tu vida de oración. Pruébalo y observa cómo Dios te convierte en una persona de mayor fe.
Reflexiona sobre esto:
¿Cómo puede ser útil orar por otros antes de orar por ti mismo