JOSÉ «PEPE» MENDOZA
(Proverbios 10:1).
No deja de sorprenderme que el primer proverbio de Salomón, luego de la larga lista de advertencias y consejos generales en los capítulos 1 al 9, tenga que ver con los sentimientos opuestos que podemos producir en nuestros padres producto de nuestra sabiduría o necedad. ¿Por qué Salomón empieza con este proverbio?
La relación con los padres marca el inicio de nuestra vida social. Pocos son los que se dan cuenta de que la forma en que se desenvuelven en el seno familiar marcará profundamente la forma en que se relacionarán con el resto de la sociedad. La familia, con sus logros y disfunciones, tiene un tremendo papel formativo en todo sentido: espiritual, emocional e intelectual.
Sin embargo, si algo caracteriza a la vida familiar, es su profunda carga emotiva. Mi trabajo pastoral me ha permitido ver a una infinidad de padres, madres, hijos e hijas bregar con las emociones producidas por las vivencias de esa relación fundamental que pueden causar tanto inmensas alegrías como tristezas inimaginables.
Ver llorar amargamente a una madre por la conducta de un hijo o ver a una hija sollozar en silencio por el abandono de un padre, son de las experiencias más desgarradoras que me ha tocado compartir. Lo peor de todo es que son demasiado comunes y dolorosas. Pero también he sido testigo del gozo que produce un buen hijo y cómo la conducta intachable de una hija hace brillar los ojos de sus padres. También he sido testigo de los abrazos eternos y agradecidos de hijos e hijas que se han sentido cuidados y amados por padres buenos y abnegados. Esa también es una realidad visible.
Lo anterior me hace entender por qué Salomón empieza hablando de que la sabiduría produce alegría y la necedad tristeza en el seno familiar. La gran prueba de que somos verdaderamente sabios de acuerdo con la Palabra de Dios es cuando producimos alegría entre los que están más cerca nuestro. Conozco mucha gente que se considera sabio por sus logros profesionales, su capacidad mental e intelectual, o su capacidad de ganar dinero y hacer negocios, pero no son realmente sabios, sino necios porque solo les causan tristeza a los que viven en su casa.
Es posible que Salomón inicie sus proverbios con esta declaración porque sabe que la verdadera sabiduría o necedad se harán evidentes y no podrán ocultarse en el seno del hogar. En el mismo sentido, es importante recalcar que Salomón nos presenta dos evidencias para la sabiduría y la necedad que son fundacionales y están por encima de cualquier otra evidencia: la alegría y la tristeza.
La sabiduría producirá alegría, es decir, un sentimiento agradable de complacencia y tranquilidad que inunda el alma, pero no en el sabio, sino en los que los rodean. Impresionante, ¿no? La necedad tampoco podrá ser vista solo como esa terquedad que termina acabando con uno mismo, sino que producirá una enorme tristeza en los demás.
Todos los proverbios nos mostrarán las diferentes manifestaciones opuestas que producirán la sabiduría y la necedad. Sin embargo, nunca olvides que la radiografía mayor que evidenciará si eres sabio o necio será la alegría o la tristeza que produzcas en los que están más cerca de ti y más te aman.