“El Señor mira desde los cielos a toda la raza humana; observa para ver si hay alguien realmente sabio, si alguien busca a Dios”. Salmo 14:2 (NTV)
Millones de cristianos dedican todo su tiempo a buscar lo que Dios tiene que darles y ningún tiempo a buscar a Dios mismo.
Cuando oras por sanidad y restauración, está bien buscar un milagro. Pero finalmente, es a Dios a quien debes buscar —no el milagro, una señal, prosperidad, o miles de otros dones de Dios. Tu oración debería ser: “Dios, te busco a ti, quiero conocerte”. Cuando buscas a Dios, obtienes todo lo demás.
Dios hace muchas promesas en la Biblia a quienes lo buscan:
“si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca … yo lo escucharé desde el cielo” 2 Crónicas 7:14 (NVI).
“Amo a todos los que me aman. Los que me buscan, me encontrarán” Proverbios 8:17 (NTV).
“… ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan” Hebreos 11:6 (NVI).
“Pero, si desde allí buscas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, lo encontrarás”. “Porque el Señor tu Dios es un Dios compasivo, que no te abandonará ni te destruirá” Deuteronomio 4:29,31 (NVI).
Busca a Dios, no solo sus bendiciones. Eso significa que, ya sea que recibas o no la respuesta que quieres, encontrarás alegría en conocer mejor a Dios. Ya sea que obtengas lo que crees que es mejor para ti, estarás satisfecho con lo que Dios piense que es mejor para ti. Cuando atraviesas por un divorcio o aborto espontáneo o despido, busca a Dios —por encima de la liberación del dolor.
Esto no es un pasatiempo casual. No busques a Dios en tu tiempo libre, después de que hayas terminado tu trabajo o mientras navegas por las redes sociales. Haz que conocer mejor a Dios sea el enfoque principal de tu vida.
“El Señor mira desde los cielos a toda la raza humana; observa para ver si hay alguien realmente sabio, si alguien busca a Dios” Salmo 14:2 (NTV).
Es raro encontrar a alguien que sea serio en su búsqueda de Dios. La mayoría de nosotros solo buscamos a Dios lo suficiente para que nos bendiga, pero no para que nos cambie.
No te convertirás en un atleta olímpico en tu tiempo libre. De la misma manera, no serás un fiel discípulo de Jesucristo al entregarle tus sobras de tiempo. Dale lo primero y lo mejor, y Él cumplirá cada promesa.