Estudio Biblico
¿Cómo nos preparamos para la segunda venida de Cristo? La pregunta es excelente y siempre relevante y nos llega hoy de una oyente del podcast llamada Sarah. Ella escribe: «Gracias por este podcast, pastor John. ¿Cómo me preparo de manera correcta para la segunda venida de Cristo? ¿Qué puedo esperar? ¿Qué está por venir? ¿Qué debo hacer ahora mientras espero con ansias por su regreso?».
Una forma de resumir nuestra preparación para la segunda venida es decir que hay tres estímulos que nos ayudan a estar preparados:
El estímulo que procede de la expectativa gloriosa de ver al Señor.
El estímulo que procede de la necesidad de sufrir antes de que Él venga.
El estímulo de ser encontrados fieles y vigilantes en nuestros llamados particulares cuando Él venga.
Así que permítanme ilustrar cada uno de esos tres estímulos, porque esa es la respuesta a la pregunta «¿Cómo nos preparamos?». Primero nos preparamos respondiendo bíblicamente a estos tres estímulos.
1. Busca ser semejante a Cristo ahora
Primero, el estímulo que procede de la expectativa gloriosa de ver al Señor.
«Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser. Pero sabemos que cuando Cristo se manifieste [en su segunda venida], seremos semejantes a Él, porque lo veremos como Él es. Y todo el que tiene esta esperanza puesta en Él, se purifica, así como Él es puro» (1 Juan 3:2-3).
Piensa en la dinámica psicológica de estos versos. Cuando dice, «todo el que tiene esta esperanza puesta en Él», se refiere a tener la esperanza de ser como Cristo. «Cuando Cristo se manifieste, seremos semejantes a Él… [Quien] tiene esta esperanza puesta en Él», es decir quien espera ser como Él, se purificará ahora. Este es el punto: si en verdad quieres ser como Cristo cuando Él venga y lo veas, procurarás ser como Él ahora. Lo harás.
Entonces, el estímulo de convertirte ahora en una persona radicalmente pura, santa, amorosa, sacrificial y semejante a Cristo obedece a la esperanza y el deseo intenso de que eso suceda cuando Él venga y lo veamos. Ese es el primer estímulo.
2. Prepárate para el sufrimiento
Segundo, el estímulo que procede de la necesidad de sufrir antes de que Jesús venga. Con esto tengo en mente todo el sufrimiento cristiano, porque Pablo dijo: «Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios» (Hch 14:22). También tengo en mente el sufrimiento que será más intenso hacia el final, cuando Pablo dice: «Entonces será revelado ese impío, a quien el Señor matará con el espíritu de Su boca, y destruirá con el resplandor de Su venida» (2 Ts 2:8).
Jesús habla de esa temporada de iniquidad y dice: «Se levantarán muchos falsos profetas, y a muchos engañarán. Y debido al aumento de la iniquidad, el amor de muchos se enfriará. Pero el que persevere hasta el fin, ese será salvo» (Mt 24:11-13).
La implicación es que: (1) debemos prepararnos para la venida del Señor estando espiritual y mentalmente alerta al engaño satánico y las falsas enseñanzas; (2) debemos estar sujetos por completo a la Palabra de Dios en lugar de actuar como alguien sin ley o de manera obstinada; y (3) debemos estar cultivando una fe fuerte en la bondad soberana de Dios, para que podamos resistir hasta el final a través de cualquier sufrimiento que se nos presente.
Solo una idea sobre cómo se aplica esto hoy, quizás más que en cualquier otro momento de la historia. (Podría estar equivocado sobre esto, pero esa es mi suposición). Los seres humanos han desarrollado formas tanto populares como intelectuales y sofisticadas de negar la existencia de cualquier ley o norma divina. Hemos encontrado una manera de reclamar credibilidad para crear nuestra propia verdad, crear nuestro propio bien y mal, crear nuestra propia identidad.
Si naciste hombre y quieres ser mujer, en nuestros días no hay ley en Dios, ni ley en la naturaleza, ni ley en la cultura que te lo impida. Haces lo que crees que quieres hacer. Eres una ley para ti mismo. Eso es lo que Jesús quiere decir con iniquidad. Esta se multiplica y aumenta. Jesús dice que la iniquidad se multiplicará, incrementará, y que el efecto es una trágica frialdad de amor entre los cristianos.
Así que una forma de prepararnos para la segunda venida y los sufrimientos que le preceden es someternos con inteligencia, sabiduría y gozo a las normas absolutas de la ley de Dios por el bien del amor cálido, no del amor frío.
3. Trabaja con fidelidad para Cristo
El tercer estímulo para estar preparados para la segunda venida es el estímulo de ser fieles y vigilantes en nuestros llamamientos particulares. Una y otra vez en el Nuevo Testamento, se nos dice que estemos alerta, despiertos y listos. ¿Qué significa eso? Creo que la parábola de las diez vírgenes es una buena ilustración de lo que significa:
«Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al novio. [Así que este es un retrato de estar listos para la segunda venida, el regreso del novio]. Y cinco de ellas eran insensatas, y cinco prudentes. Porque las insensatas, al tomar sus lámparas, no tomaron aceite consigo, pero las prudentes tomaron aceite en frascos juntamente con sus lámparas. Al tardarse el novio [esa es la pista que Jesús nos da de que habrá cierta distancia de tiempo], a todas [las diez] les dio sueño y se durmieron. Pero a medianoche se oyó un clamor: “¡Aquí está el novio! Salgan a recibirlo”. Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: “Dennos de su aceite, porque nuestras lámparas se apagan”. Pero las prudentes respondieron: “No, no sea que no haya suficiente para nosotras y para ustedes; vayan más bien a los que venden y compren para ustedes”. Mientras ellas iban a comprar, vino el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: “Señor, señor, ábrenos”. Pero él respondió: “En verdad les digo que no las conozco”. [Esta es la conclusión de Jesús] Velen, pues no saben ni el día ni la hora» (Mateo 25:1-13).
Entonces, la conclusión de toda la parábola es responder esta pregunta: ¿Cómo te preparas? «Velen, pues no saben ni el día ni la hora». Ahora bien, ¿qué significa eso? Tanto las vírgenes prudentes como las insensatas estaban dormidas y no se les hizo crítica alguna. Ese no es el problema. Por lo tanto, velar no significa poner una alarma para levantarse por la noche, mirar por la ventana y prestar mucha atención a las teorías de conspiración del fin de los tiempos.
Velar significa hacer muy bien tu trabajo por amor a Cristo. Ellas tenían una asignación: tener sus lámparas, tener aceite y responder al anuncio cuando sea dado. Debían iluminar el camino para que el novio pudiera entrar. Ellas hicieron su trabajo como debían y entraron. Estaban moralmente, espiritualmente y, se podría decir, profesionalmente despiertas. Hicieron su trabajo de la manera que Dios quería que lo hicieran.
Eso es lo que encuentras en todo el Nuevo Testamento. El Maestro nos ha dado asignaciones que llevar a cabo mientras Él no está: dones, recursos, habilidades, dinero, oportunidades, relaciones, disciplinas espirituales. Todos esos son ámbitos en los que hacemos nuestro trabajo con fidelidad y diligencia.
Siervos benditos
Uno de los textos más importantes para mí a lo largo de los años como pastor, y aún hoy, es Lucas 12:42-44, donde dice (estoy escuchando esto directamente para mí, John Piper):
«¿Quién es, pues [John Piper], el mayordomo fiel y prudente a quien su señor pondrá sobre sus siervos para que a su tiempo les dé sus raciones? Dichoso aquel siervo a quien, cuando su señor venga, lo encuentre haciendo así. En verdad les digo que lo pondrá sobre todos sus bienes».
¿Sabes lo que eso significa para mí? Eso significa: «Piper, trabaja arduamente en hablar verdad en el podcast de Ask Pastor John. Si el Señor viene y te encuentra preparándote el día antes de grabar, te alegrarás de haber estado trabajando». Sí, lo haré.
Entonces, deja que tu vida sea guiada por (1) el estímulo que procede de la expectativa de ver al Señor, (2) el estímulo que procede de la necesidad de sufrir, y (3) el estímulo de ser encontrado fiel, vigilante, lleno de amor por Cristo en nuestros llamados particulares. Entonces, le oiremos decir: «Entra en el gozo de tu señor» (Mt 25:21, 23).
3:3 Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.