Estudio Biblico
Éxodo 4.1-13
La mayoría de los creyentes experimentamos sentimientos de duda en algún momento, lo cual afecta nuestra capacidad de recibir la sabiduría del Señor. Dudar de Dios significa no confiar en Él, mientras que confiar en Él es la manera en que Dios endereza nuestro camino (cf. Pr 3. 5, 6). De manera que, para ser sabio se necesita creer las siguientes verdades:
DIOS NOS AMA TODO EL TIEMPO. Cuando somos “buenos”, la mayoría de nosotros creemos que Él nos ama, pero ¿qué pasa cuando lo desobedecemos? Debemos recordar que el Señor no es como nosotros. Su amor está arraigado en su naturaleza, y Él ha escogido prodigarlo en nosotros (2 Ts 2.13).
DIOS HA PERDONADO NUESTRA DESOBEDIENCIA. Aunque a veces no nos sentimos perdonados, el Padre celestial promete perdonarnos cuando confesamos nuestros pecados (1 Jn 1.9). Las emociones no determinan la verdad; la Palabra de Dios sí.
DIOS NOS LLAMA A SERVIRLE. Cuando lo dudamos, damos excusas de por qué no podemos obedecer, tal como lo hizo Moisés (Ex 4.10). Pero el Señor promete capacitarnos (Fil 4.19) para que hagamos lo que ha elegido para nosotros (Ef 2.10).
¿Le resulta difícil creer alguna de estas verdades? Tome un momento para confesar al Señor el estado de su corazón y pedirle su sabiduría hoy.
4:2 Y Jehová dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara.
4:3 El le dijo: Echala en tierra. Y él la echó en tierra, y se hizo una culebra; y Moisés huía de ella.
4:4 Entonces dijo Jehová a Moisés: Extiende tu mano, y tómala por la cola. Y él extendió su mano, y la tomó, y se volvió vara en su mano.
4:5 Por esto creerán que se te ha aparecido Jehová, el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.
4:6 Le dijo además Jehová: Mete ahora tu mano en tu seno. Y él metió la mano en su seno; y cuando la sacó, he aquí que su mano estaba leprosa como la nieve.
4:7 Y dijo: Vuelve a meter tu mano en tu seno. Y él volvió a meter su mano en su seno; y al sacarla de nuevo del seno, he aquí que se había vuelto como la otra carne.
4:8 Si aconteciere que no te creyeren ni obedecieren a la voz de la primera señal, creerán a la voz de la postrera.
4:9 Y si aún no creyeren a estas dos señales, ni oyeren tu voz, tomarás de las aguas del río y las derramarás en tierra; y se cambiarán aquellas aguas que tomarás del río y se harán sangre en la tierra.
4:10 Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua.
4:11 Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová?
4:12 Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar.
4:13 Y él dijo: ¡Ay, Señor! envía, te ruego, por medio del que debes enviar.