Nos sentimos inadecuados porque a menudo podemos ser inadecuados en comparación con otras personas. Dios no nos compara a usted y a mí con otras personas. Si Él le llamó a hacer algo, Él le equipará para hacerlo. Por lo tanto, nuestros sentimientos de insuficiencia no son sentimientos malos; no son sentimientos equivocados. No son sentimientos pecaminosos si respondemos a ellos de la manera correcta.
-Charles F. Stanley, “Bendiciones de nuestra insuficiencia”.
Quizás lo que voy a decir es obvio, pero todo este asunto de la maternidad es duro. De acuerdo, solo llevo seis años criando dos hijos con quienes Dios me bendijo a través de la adopción, pero a pesar de que mi experiencia es un tanto limitada, puedo decir con toda sinceridad que criar hijos es lo más difícil que he hecho (y que tal vez haga) en mi vida.
“Dios no nos compara a usted y a mí con otras personas”.
Es por eso que la iglesia puede ser un desafío para mí, a veces. Muchas de las mujeres que asisten a los servicios de adoración de la iglesia dan lo mejor de sí mismas cada domingo. Si la maternidad fuera un deporte olímpico, la mayoría de ellas estarían en el podio como Michael Phelps, Simone Biles y Usain Bolt, sonriendo y saludando, con medallas alrededor de sus elegantes cuellos y un pequeño ramo en cada una de sus manos cuidadas a la perfección.
Una madre en particular siempre me deja sintiéndome “menos”. Hay algunos domingos en los que yo apenas puedo ponerles los pantalones a mis hijos (siempre arrugados porque, por mucho que les enseñe a usar una percha para colgarlos, parece que nunca lo logran). Los tres hijos de ella, por el contrario, vienen a la iglesia con un atuendo combinado, y cada prenda de vestir tiene las iniciales de sus nombres con monogramas muy profesionales. No, no estoy bromeando.
Pero la cosa no se detiene ahí. En una oportunidad llevé un postre comprado a una reunión en la iglesia en la que cada quien aportaba un plato, porque no tenía tiempo para preparar algo, y ella se apareció con una torre de 3 pisos de magdalenas caseras decoradas con mucho estilo. Cuando estamos estudiando en nuestro pequeño grupo, tomo notas en los márgenes del libro, y ella las tiene mecanografiadas con cuidado, impresas y guardadas en una carpeta de tres argollas. No sé lo que me quiere decir “Levántate y Resplandece”, pero seguro que ella sí. Cuando trabajamos juntas en la clase para niños, casi que espero que sepa tocar el ukelele y cante la canción en francés.
Cabe mencionar que esta encantadora mujer nunca hace nada para hacerme sentir como un fracaso. Siempre ha sido muy amable conmigo, siempre elogiosa y positiva. El problema de todo son mis propios sentimientos de insuficiencia. Me gustaría estar bien preparada y ser organizada, ser el epítome del refinamiento y la perfección, pero no lo soy. Y eso está bien. Como dice el Dr. Stanley, “Si [Dios] le llamó a hacer algo, Él le equipará para hacerlo”.
Me gustaría estar bien preparada y ser organizada, ser el epítome del refinamiento y la perfección, pero no lo soy.
Como hija de un gerente de ventas, me acostumbré a aprender las cosas de una manera nada sistemática, y a hacerlas de inmediato. Nunca pude tener una vida “organizada”, por mucho que lo deseara. En lugar de derrumbarme, aprendí a sacar lo mejor de lo que se me presentaba, aunque no fuera lo ideal a mis ojos. Como resultado, me he acostumbrado a una cierta cantidad de caos.
Si algo no funciona, tan solo sigo adelante. Y si he aprendido algo de la crianza de niños adoptados, es que hay mucho desorden y cambios con los cuales hay que arreglárselas. Ellos vienen de un mundo en el que sus necesidades básicas no estaban cubiertas, a menudo se les descuidaba u olvidaba. Así que, si les proporciono un lugar amoroso y sólido en el que puedan crecer sintiéndose seguros y cuidados -como hicieron mis padres conmigo a pesar de toda la agitación-, estoy haciendo un trabajo bastante bueno. Sin necesidad de bordarles monogramas, ni decorar magdalenas dignas de fotos en las redes sociales.
Puede que no parezca “la madre perfecta” (sea lo que sea que eso signifique) para el mundo exterior, pero soy justo lo que mi familia necesita. Aunque no siempre tenga ganas de hacerlo, estoy bien preparada para el trabajo que Dios me ha asignado. Y usted también lo está.
Jamie A. Hughes