(2 Timoteo 2:24-25).
El islam es una religión oriental monoteísta que se basa en una serie de «revelaciones» que el profeta Mahoma dijo que comenzó a recibir alrededor del año 610 d. C. Después comenzó a predicarlas y sus discípulos las memorizaron. Él mismo no leyó ni escribió lo que recibió. Después de la muerte del profeta, otros pusieron el contenido de estas «revelaciones» en forma escrita en un libro conocido como el Corán.
La visión islámica de Dios y la creación
El islam también sostiene que Dios creó seres morales con la capacidad de adorarlo y servirlo. A diferencia de judíos y cristianos, habla de seres morales llamados genios (jinn)[1] que existen en algún lugar entre los ángeles y los humanos en poder e inteligencia.
También sostiene que los ángeles fueron creados sin pecado, pero sin la capacidad ni la oportunidad de elegir entre la obediencia y desobediencia. Los genios son normalmente invisibles, pero —al igual que nosotros— pueden elegir entre la obediencia y la desobediencia. Satanás es un genio, el líder de un grupo que lo siguió en su rebelión contra Dios.
La historia de la creación en el libro sagrado musulmán, el Corán, es bastante diferente del relato de Génesis. Sin embargo, hay similitudes porque Mahoma, el fundador del islam, enseñó a sus seguidores a aceptar el mensaje de todos los profetas del Antiguo y Nuevo Testamento, mientras afirmaba que él había reemplazado a Cristo como mensajero de Dios.
Los musulmanes creen que Dios es tan grande que los humanos no pueden presumir de conocerlo. Sobre la base de su propia voluntad, Dios ejerce su derecho a ser misericordioso con unos y despiadado con otros. Nada en su naturaleza exige que Él sea amoroso, bondadoso y justo en toda situación. Según el Corán:
«Si Dios quiere acercar a alguien a sí mismo, entonces Él le dará la gracia que hará que esa persona haga buenas obras. Si quiere rechazar a alguien y avergonzar a esa persona, entonces creará pecado en él. Dios crea todas las cosas, buenas y malas. Dios crea a las personas así como sus acciones: Él te creó así como lo que haces» (Sura 37:94).
La visión islámica de las Sagradas Escrituras
Los musulmanes creen que la Biblia dada a Moisés y otros profetas honró a Alá, pero que en su forma actual está muy dañada por las corrupciones judías y cristianas. El Corán es un poco más pequeño que el Nuevo Testamento y está dividido en 114 capítulos llamados suras. Su enseñanza a menudo refleja la de la Biblia. Incluso cuenta algunas de las mismas historias, con algunos cambios.
Los musulmanes creen que las «revelaciones» contenidas en el Corán fueron una transmisión palabra por palabra de la que ellos llaman la celestial «madre del libro». Ellos ven esta revelación original de origen celestial como la plantilla del Corán terrenal. Está escrito en árabe y no se reconoce como inspirado cuando se traduce a otro idioma. Lo llaman un libro milagroso, pues ellos creen que Dios guió a los hombres que memorizaron lo que Mahoma había dicho, y a los que lo compilaron, y que las copias árabes son perfectas.
Los musulmanes veneran tanto el Corán, que a menudo se refieren a él como la palabra eterna (un término bíblico que se aplica a Jesucristo en el Nuevo Testamento bíblico).
El islam enseña que antes de que Mahoma apareciera en escena, Alá se había dado a conocer a sí mismo y su voluntad por medio de los profetas. Ve a muchas personalidades bíblicas prominentes como mensajeros de Alá. Pero Mahoma es el más grande, el portador del mensaje final de Alá.
Presentan su evidencia de la inspiración única del Corán llamando la atención sobre su belleza literaria, sus profecías cumplidas, su precisión científica y su poder para transformar la vida de quienes lo leen.
Los musulmanes creen que Alá ha establecido normas morales absolutas. Estos estándares son generalmente altos, a menudo casi reflejando la revelación bíblica.
Los musulmanes creen que si algo está bien o mal depende de la voluntad y las decisiones de Alá. Para ser consecuentes con su fe, tratan de no preguntar por qué algo está prohibido o exigido. Creen que Alá tiene derecho a decidir lo que está bien o mal, según su propia voluntad divina. En consecuencia, los musulmanes enfatizan la obediencia y la sumisión a Alá más que la meditación sobre una relación personal con Él. El musulmán ve a Alá como un maestro, pero no como un padre.
La visión islámica de la salvación
El islam cree en un Dios personal, una resurrección corporal de los muertos, un juicio individual y dos destinos: el cielo para algunos y el infierno para otros.
Mientras que el propio Corán dice poco sobre el estado intermedio entre la muerte y la resurrección, otra literatura islámica entra en muchos detalles. El alma que deja el cuerpo en la muerte es rápidamente devuelta a ella. En la tumba, un ángel pregunta: «¿Quién es tu Señor? ¿Cuál es tu religión? ¿Quién es tu profeta?». Si la respuesta es «Dios, el Islam y Mahoma», a la persona se le da una ventana al cielo y puede saborear su delicioso aroma. Si el alma da la respuesta incorrecta, siente los vientos calientes del infierno. Algunos musulmanes creen que este estado continúa hasta el día de la resurrección. Otros creen que a esta experiencia le sigue un sueño profundo hasta el despertar del último día. En el día final, todos serán juzgados por Dios y asignados al cielo o al infierno.
Los musulmanes también tienen diferentes conceptos del cielo y el infierno. Algunos toman literalmente las descripciones coránicas del cielo y lo ven como un lugar de delicias sensuales. La mayoría, sin embargo, ve el mayor placer del cielo en estar cerca de Dios.
Las mismas diferencias abundan en los conceptos musulmanes del infierno. Algunos toman las descripciones coránicas literalmente y las ven como increíblemente terribles. Otros toman estos retratos como simbólicos y señalan otros pasajes del Corán que dan una imagen menos aterradora y dejan abierta la posibilidad de que el castigo no dure para siempre.
El Corán no ve la naturaleza humana como pecaminosa. En cambio, enseña que las personas son básicamente buenas. Los musulmanes creen que las personas a veces pecan porque son débiles y olvidadizas, no porque sean malas. Sus pecados, por lo tanto, no desagradan mucho a Dios.
Él sabe que debido a que los humanos son meras criaturas, a veces pecarán. Pero si elige mostrar favor a los individuos, los perdonará tal como son. Y si Él decide retener Su favor, Él no perdonará. Debido a que la pecaminosidad humana no es el problema, no hay necesidad de ser redimido y nacido de nuevo.
Según la cosmovisión islámica, para que un musulmán sea salvo debe afirmar que Dios es uno, ver a Mahoma como el más grande de todos los profetas, aceptar el Corán como una revelación inspirada, creer que Dios decreta todo lo que sucede, recitar la confesión islámica, prestar atención a los llamados a la oración, guardar los ayunos, dar limosnas y hacer al menos una peregrinación a la Meca. Algunos musulmanes también requieren creer en la jihad (o guerra santa).
Aquellos que intentan mantener estas creencias y cumplir con los requisitos rituales del islam viven en un grado de incertidumbre. Esperan que sus buenas obras superen sus pecados. Sin embargo, no están seguros de su destino. Solo pueden decir: «Espero que sea la voluntad de Dios recibirme en el cielo».
Conclusión
Por el bien de la integridad intelectual y espiritual, las personas deben tener la libertad de considerar la evidencia a favor de Dios, la Escritura y la salvación. En un mundo de muchas perspectivas religiosas, es imposible evitar las honestas diferencias de convicciones.
El apóstol Pablo dio a los seguidores de Cristo un buen modelo para expresar nuestras convicciones sin traspasar los límites de la intolerancia y la falta de respeto. Pablo escribió: «El siervo del Señor no debe ser rencilloso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido. Debe reprender tiernamente a los que se oponen, por si acaso Dios les da el arrepentimiento que conduce al pleno conocimiento de la verdad» (2 Timoteo 2:24-25).