En los últimos días, los acontecimientos del libro de Ester se han vuelto reales para nosotros en Ucrania. Es como si el decreto estuviera firmado y Amán tuviera la licencia para destruir una nación entera. La horca está lista. Ucrania simplemente está esperando.
¿Puedes imaginar el estado de ánimo en una sociedad cuando gradualmente, día tras día durante meses, los medios de comunicación del mundo han estado diciendo que la guerra es inevitable? ¿Que tanta sangre será derramada?
En las últimas semanas, a casi todos los misioneros se les ha dicho que abandonen Ucrania. Las naciones occidentales evacuaron sus embajadas y ciudadanos. El tráfico en la capital de Kiev está desapareciendo. ¿A dónde fue la gente? Los oligarcas, los empresarios y aquellos que pueden permitírselo se están yendo, salvando a sus familias de una posible guerra. ¿Deberíamos hacer lo mismo?
Preguntas para familias
Mi esposa y yo hemos decidido permanecer en nuestra ciudad cerca de Kiev. Queremos servir a la gente aquí junto con la Iglesia Bíblica Irpin, donde me uní al equipo pastoral en 2016. Anticipándonos al desastre que se avecina, hemos comprado un suministro de alimentos, medicinas y combustible para que, si es necesario, seamos capaces de ayudar a los necesitados en lugar de ser una carga para ellos.
La nuestra es una familia de seis. Estamos criando cuatro hijas. La que más me preocupa es mi hija de 16 años que viaja todos los días a la universidad durante una hora y media, de ida, en transporte público. Los medios advierten que si Rusia invade, las comunicaciones móviles se perderán y el transporte público probablemente colapsará. Afortunadamente, sus clases ahora están en línea.
Dado que la frontera con Bielorrusia está a solo 150 kilómetros de Kiev, una de las posibles opciones para un ataque enemigo es a través de Bielorrusia. Los medios locales recomiendan que hagamos una maleta de emergencia. Les dije a mis hijas: «Empaquen sus mochilas con suficientes cosas para tres días».
En el pasado, esta tarea significaba que íbamos de vacaciones o a un viaje divertido. Por lo tanto, nuestras niñas más pequeñas, de seis y ocho años, han estado preguntando: «Papá, ¿a dónde vamos?». Al principio, no sabía qué responder. Les dije que no nos vamos a ninguna parte.
La respuesta de la iglesia
¿Cómo debe responder la iglesia cuando hay una amenaza creciente de guerra y hay miedo constante en la sociedad? Estoy convencido de que si la iglesia no es relevante en un momento de crisis, tampoco lo es en un momento de paz.
Como país, ya pasamos por esto en 2014. En esos días, muchas iglesias apoyaron activamente a quienes se rebelaron contra el régimen corrupto y autoritario de Viktor Yanukovych. Había una carpa de oración en la Plaza de la Independencia. Los cristianos distribuyeron comidas calientes y té caliente. Las iglesias abrieron sus puertas como refugio para los manifestantes perseguidos por las fuerzas de seguridad.
Mientras tanto, había iglesias que apoyaban abiertamente el régimen del dictador y criticaban a los manifestantes. Otras iglesias trataron de ignorar al elefante en la habitación. Guardaban silencio sobre el problema y vivían como si nada.
Al final, las iglesias que se distanciaron de los problemas sociales y las que apoyaron a los gobernantes corruptos sufrieron pérdidas de reputación entre la población de Ucrania. Por el contrario, las iglesias que han estado con la gente durante los tiempos de prueba han recibido la mayor confianza de la sociedad.
Nuestra lucha por la nación
Creemos que la iglesia es un lugar de lucha espiritual. A medida que aumentaron las tensiones, nuestra iglesia anunció una semana de ayuno y oración, reuniéndose todas las noches para llevar nuestras peticiones a Dios. Durante tres días seguidos, las luces estuvieron apagadas en la ciudad. Nos vimos obligados a reunirnos en la oscuridad, lo cual agregó una atmósfera solemne a nuestras oraciones por la paz.
Al final de la semana, esos momentos produjeron en nosotros una fuerza interior para perseverar. A través de las oraciones en comunión hemos ganado confianza y paz. Creemos que Dios está con nosotros, y eso es lo más importante.
Durante este momento crítico, nuestra iglesia, que tiene una asistencia de alrededor de 1,000 personas en un domingo normal, también es un lugar de servicio. Recientemente hemos llevado a cabo varias capacitaciones sobre primeros auxilios. Las personas están aprendiendo cómo aplicar un torniquete, detener el sangrado, aplicar vendajes y controlar las vías respiratorias. Estos laicos no van a convertirse en médicos, pero esto les ha dado confianza para cuidar a sus vecinos si es necesario.
De hecho, cuando anuncié por primera vez la capacitación en primeros auxilios, un hermano me dijo: «Ahora sé por qué necesito quedarme en Ucrania». Había planeado irse. Sabía que no era un soldado. No fue capaz de tomar las armas y luchar. Pero ahora quiere quedarse, ayudar a los heridos y salvar vidas.
Si es necesario, las instalaciones de la iglesia se pueden convertir en un refugio. Tenemos un buen sótano. Estamos listos para desplegar una estación de calefacción, así como proporcionar un lugar para un hospital militar. Para que esto sea una realidad, estamos creando equipos de respuesta. Si se declara la ley marcial, están listos con un suministro estratégico de combustible, alimentos y material para curar heridas. Incluso hemos recopilado información sobre quiénes en la iglesia son médicos, mecánicos, plomeros, e incluso quiénes tienen pozos en caso de escasez de agua.
Permaneciendo y orando
Hemos decidido quedarnos, como familia y como iglesia. Cuando esto termine, los ciudadanos de Kiev recordarán cómo los cristianos han respondido en su momento de necesidad.
Y aunque es posible que la iglesia no luche como la nación, todavía creemos que tenemos un papel que desempeñar en esta lucha. Daremos cobijo a los débiles, serviremos a los que sufren y repararemos a los quebrantados. Si bien podemos sentirnos impotentes ante tal crisis, podemos orar como Ester. Ucrania no es el pueblo del pacto de Dios, pero al igual que Israel, nuestra esperanza es que el Señor elimine el peligro como lo hizo con su pueblo antiguo. Y mientras nos quedamos, oramos para que la iglesia en Ucrania confíe fielmente en el Señor y sirva a nuestros vecinos.