Te exaltaré, mi Dios, mi Rey,
Y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre.
Cada día te bendeciré,
Y alabaré tu nombre eternamente y para siempre.
Salmos 145: 1-2
En esta porción resaltan tres verbos, analicemos cada uno de ellos. Exaltar: Estar elevado, acrecentar, alzar, dirigir, eminencia, engrandecer, glorificar, ofrecer, encumbrar, enorgullecer. Bendecir: Arrodillarse, acto de adoración, saludar, alabar, dar por bueno algo, engrandecer o ensalzar a alguien. Alabar: Ser claro, brillar, alabar elogiosamente, celebrar, jactarse, júbilo, resplandecer. Es muy edificante checar cada concepto y me ayuda a hacerlo mejor. Me llamó la atención el poner a Dios en lo más alto (encumbrar); enorgullecerme del Dios que tengo, no avergonzarme por ser creyente; arrodillarme intencionalmente para adorarlo y engrandecerlo. Enriquecer esa relación con Él saludándolo cada mañana, hablando con Él en oración, reconociendo quién es, elogiando Su majestuosidad y Su poder; culminando con ser clara con los demás y comunicar mi felicidad al ser hija del Señor y por saber dónde pasaré mi eternidad. Señala el salmista que exaltar, bendecir y alabar lo hace “cada día”. La razón: Cada día recibimos bendiciones y regalos del Creador.
No importa lo ocupadas que estemos, nuestro Padre nunca está ocupado para darnos cosas buenas, ni se cansa por ello. Debemos apartar un espacio para bendecir Su nombre “eternamente y para siempre”. Hay que enseñar a nuestros hijos y al prójimo que todo lo que pasa, sea bueno o malo (a nuestros ojos), no deja de estar en control de un Dios sabio, justo, bueno, misericordioso y soberano. Si hacemos brillar las obras de Dios y las anunciamos, será un ejemplo para los pequeños ojos que nos miran las 24 horas del día; y ellos a su vez, harán lo mismo con los suyos. Hay que dejar el legado de confianza y conocimiento del Rey de Reyes, inmensamente bondadoso, magnífico, grande. Si nos ponemos a meditar en cada cosa que Él hace todos los días, son hechos maravillosos, estupendos, que tienen un propósito eterno que de momento no vemos, pero con el tiempo entenderemos. Que no se te olvide la enseñanza de este pasaje: Exaltar, bendecir y alabar, tres acciones para hacer “eternamente y para siempre”.