Todos enfrentamos situaciones en las que parece que la puerta está cerrada. Estamos trabajando duro, pero no tenemos buenos descansos. El préstamo no se concretó. Todavía tenemos la adicción. Los pensamientos te dirán: "Esa puerta nunca se abrirá". A veces es como si estuvieras permanentemente bloqueado. Un amigo se alejó, una persona te traicionó o te enfermaste. Pero la Escritura dice: "Dios abrirá puertas que nadie podrá cerrar" (Apocalipsis 3:7). Dios es tu portero. Él tiene el control de las puertas de tu vida.
Es posible que se encuentre frente a una puerta encadenada con una cerradura de seguridad. No hay forma de que puedas recuperarte, iniciar el negocio o romper la adicción. Pero cuando sea tu tiempo, el Dios Altísimo romperá las cadenas y abrirá esa puerta. Estás a punto de entrar en aquello de lo que te han excluido: promoción, curación, libertad, las personas adecuadas. No creas las mentiras de que las puertas están permanentemente cerradas. El Dios que abre puertas está haciendo algo nuevo. Está a punto de llevarte a donde nunca has estado.
Los israelitas fueron excluidos de la Tierra Prometida por su desobediencia y vagaron por el desierto durante cuarenta años. Podían verlo, pero la puerta estaba cerrada. Pero el hecho de que una puerta se haya cerrado no significa que permanecerá cerrada. Dios le dijo a Josué: "En tres días entrarás y tomarás posesión de la tierra" (Josué 1:11). Decía: "Esta es una nueva temporada. Voy a abrir la puerta que ha estado cerrada durante mucho tiempo".
David dice: "Abrid, puertas antiguas, y entrará el Rey de gloria" (Salmo 24:7). Las puertas antiguas significan puertas que han estado cerradas durante años, cosas que te han impedido por carencia, depresión, baja autoestima o mediocridad. Las antiguas puertas están a punto de abrirse y tú estás a punto de entrar en bendiciones, libertad, plenitud y nuevos niveles. Las cadenas se están rompiendo en este momento, los cerrojos se están cayendo y las puertas antiguas se están abriendo. Lo que no pudisteis hacer, el Rey de gloria, el Dios Altísimo, vuestro portero, lo hará. Estás entrando en una temporada de mayor favor, mayor oportunidad, mayor unción, mayor influencia.
Cuando te das cuenta de que Dios es tu portero, puedes vivir en paz. Puedes permanecer en la fe, sabiendo que Dios te llevará a donde se supone que debes estar. Cuando la puerta antigua no se mueva, sigue caminando por fe. Sigue diciéndole a cada puerta cerrada: "No eres permanente. Mi portero tiene la última palabra". Cuando sea el momento adecuado, se abrirá. No tenías que forzarlo, manipular la situación o esforzarte para que sucediera. Será la mano de Dios.