Únete al coro
La pregunta es, entonces: ¿Cómo? ¿Cómo puedo vivir así? ¿Cómo puedo unirme al logro de ese propósito? La Biblia parece ofrecer innumerables respuestas:
Ya sea que comas o bebas, haz todo para la gloria de Dios (1 Co 10:31).
Da gracias para la gloria de Dios (1 Ts 5:18).
Confiesa a Jesús para la gloria de Dios (Ro 10:9).
Haz buenas obras para que Dios sea glorificado (1 P 2:12).
Acéptense unos a otros para la gloria de Dios (Ro 15: 7).
Sé generoso con los pobres para la gloria de Dios (Ro 12:13).
Así sucesivamente. Tengo otros textos enumerados aquí, pero están en varias partes. Todo lo que debemos hacer con nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro corazón debe ser algo que haga que Dios se vea glorioso, porque Él en realidad lo es. Estamos ayudando a la gente a verlo, saborearlo y le mostramos cómo Él es en realidad.
Depende de Dios
Entonces, finalmente, la pregunta es: ¿Existe un denominador común que atraviesa todos esos hechos, todas esas actitudes, todas esas palabras, que las convierten en actos que glorifican a Dios? ¿Cómo es que todo lo que hago se convierte en alabanza? ¿Cómo es que todo lo que hago se convierte en una muestra de la grandeza, la belleza y el valor de Dios? La respuesta es dada, por ejemplo (hay otros lugares):
«El que sirve, que lo haga por la fortaleza que Dios da, para que en todo Dios sea glorificado mediante Jesucristo» (1 Pedro 4:11).
Pedro dice que si todo lo que haces es un servicio, entonces, deja que el servicio sea en dependencia de la toda-suficiente gracia de Dios en tu vida, para que cuando logres lo que acabas de intentar hacer, lo hagas en su fuerza para que Él obtenga la gloria. Tú recibes la habilidad, el poder, la guía y la fortaleza, y Él recibe la gloria. Cuando dependemos de Dios con gozo en todo lo que hacemos al servicio de los demás, Dios luce glorioso en nuestras vidas.
Vemos lo mismo en este otro pasaje: que toda obra sea una «obra de fe con poder [el de Dios], a fin de que el nombre de nuestro Señor Jesús sea glorificado en ustedes» (2 Ts 1:11-12). Ese es el mismo punto que hace Pedro (1 P 4): hacemos lo que hacemos confiando alegremente en Dios para todo lo que necesitamos, a fin de amar a las personas. En otras palabras, vivimos por fe en las promesas de Dios al servicio del amor.
Haz los ajustes para ti
Por lo tanto, yo diría que elabores la declaración de misión de tu vida pensando en esto mucho antes de llegar a los detalles de tus propios dones y tu propia vocación.
Dios es infinitamente glorioso.
Dios quiere comunicar esa gloria a su pueblo: que sea vista, disfrutada, mostrada.
Quiere que nos unamos a Él en ese propósito.
Eso se aplica absolutamente a todo lo que hacemos.
Lo hacemos en una dependencia humilde en su gracia y poder, que vienen a través de Jesucristo al servicio de los demás.
Eso hará a Dios lucir grandioso.
Cuando hayas elaborado una declaración de misión general basada en esos propósitos de Dios, entonces puedes hacer algunas declaraciones de misión a corto plazo, por ejemplo, en un año: vas a escribir un libro, vas a cambiar de trabajo, vas a casarte, o lo que sea; una meta a corto plazo que le dé algunas especificidades a esa declaración de misión según la temporada de tu vida.