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En el fondo y mirando hacia arriba - 1 Samuel 30:1-20

Estudio Biblico

1 Samuel 30.1-20

La mayoría de nosotros sabemos lo que se siente estar en el fondo. La desesperación es una condición horrible, porque se alimenta continuamente del desánimo, la desesperanza y el fracaso. Y cuanto más tiempo se detiene uno en estas cosas, más crece la desesperación. La única salida es liberarse de este círculo vicioso de oscuridad. Esto se logra al...

Arrepentirnos de cualquier cosa que nos haya hecho dudar del Señor. Si estamos desesperados, entonces algo ha eclipsado a Dios en nuestra vida, y esa barrera debe ser eliminada; cuanto antes, mejor.

Recordar la omnipotencia del Señor. Ya que Él tuvo el poder de salvarle del pecado, ciertamente también tiene la capacidad de vencer su desesperación.

Recordar que nada en nuestra vida sucede por casualidad. Dios hace todas las cosas según su plan soberano, para el bien de quienes lo aman, y para su propia gloria (Ro 8.28).

La desesperación está en conflicto con la vida abundante que el Señor ha prometido. Si usted se siente deprimido, pídale a Dios que le levante. Quizás no saldrá automáticamente de la desesperación, pero con la ayuda de Dios, puede cambiar su manera de pensar y ver su situación a través del lente de la Biblia. 

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PASAJE BIBLICO

1 Samuel 30
30:1 Cuando David y sus hombres vinieron a Siclag al tercer día, los de Amalec habían invadido el Neguev y a Siclag, y habían asolado a Siclag y le habían prendido fuego.

30:2 Y se habían llevado cautivas a las mujeres y a todos los que estaban allí, desde el menor hasta el mayor; pero a nadie habían dado muerte, sino se los habían llevado al seguir su camino.

30:3 Vino, pues, David con los suyos a la ciudad, y he aquí que estaba quemada, y sus mujeres y sus hijos e hijas habían sido llevados cautivos.

30:4 Entonces David y la gente que con él estaba alzaron su voz y lloraron, hasta que les faltaron las fuerzas para llorar.

30:5 Las dos mujeres de David, Ahinoam jezreelita y Abigail la que fue mujer de Nabal el de Carmel, también eran cautivas.

30:6 Y David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David se fortaleció en Jehová su Dios.

30:7 Y dijo David al sacerdote Abiatar hijo de Ahimelec: Yo te ruego que me acerques el efod. Y Abiatar acercó el efod a David.

30:8 Y David consultó a Jehová, diciendo: ¿Perseguiré a estos merodeadores? ¿Los podré alcanzar? Y él le dijo: Síguelos, porque ciertamente los alcanzarás, y de cierto librarás a los cautivos.

30:9 Partió, pues, David, él y los seiscientos hombres que con él estaban, y llegaron hasta el torrente de Besor, donde se quedaron algunos.

30:10 Y David siguió adelante con cuatrocientos hombres; porque se quedaron atrás doscientos, que cansados no pudieron pasar el torrente de Besor.

30:11 Y hallaron en el campo a un hombre egipcio, el cual trajeron a David, y le dieron pan, y comió, y le dieron a beber agua.

30:12 Le dieron también un pedazo de masa de higos secos y dos racimos de pasas. Y luego que comió, volvió en él su espíritu; porque no había comido pan ni bebido agua en tres días y tres noches.

30:13 Y le dijo David: ¿De quién eres tú, y de dónde eres? Y respondió el joven egipcio: Yo soy siervo de un amalecita, y me dejó mi amo hoy hace tres días, porque estaba yo enfermo;

30:14 pues hicimos una incursión a la parte del Neguev que es de los cereteos, y de Judá, y al Neguev de Caleb; y pusimos fuego a Siclag.

30:15 Y le dijo David: ¿Me llevarás tú a esa tropa? Y él dijo: Júrame por Dios que no me matarás, ni me entregarás en mano de mi amo, y yo te llevaré a esa gente.

30:16 Lo llevó, pues; y he aquí que estaban desparramados sobre toda aquella tierra, comiendo y bebiendo y haciendo fiesta, por todo aquel gran botín que habían tomado de la tierra de los filisteos y de la tierra de Judá.

30:17 Y los hirió David desde aquella mañana hasta la tarde del día siguiente; y no escapó de ellos ninguno, sino cuatrocientos jóvenes que montaron sobre los camellos y huyeron.

30:18 Y libró David todo lo que los amalecitas habían tomado, y asimismo libertó David a sus dos mujeres.

30:19 Y no les faltó cosa alguna, chica ni grande, así de hijos como de hijas, del robo, y de todas las cosas que les habían tomado; todo lo recuperó David.

30:20 Tomó también David todas las ovejas y el ganado mayor; y trayéndolo todo delante, decían: Este es el botín de David.

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