Estudio Biblico
Nehemías no solamente fue un gran líder, sino que también fue un constructor, un excelente administrador, un hombre visionario y un extraordinario siervo de Dios.
El libro de Nehemías es el mejor ejemplo que podemos tomar para lograr reconstruir nuestra vida y cambiar nuestro entorno. Pues la historia de Nehemías inicia con una triste notica que su amigo Hanani le trae: las murallas de Jerusalén estaba en ruinas y sus puertas consumidas por el fuego.
Recordemos que debido a la desobediencia de Israel naciones enemigas los invadieron, los llevaron cautivos y destruyeron todo. 2 Crónicas 36: 18-19. Esta era la condición de Jerusalén: arruinada totalmente. La gran ciudad de Dios y del Rey David, ahora yacía en ruinas.
Referente a los muros el profeta Isaías nos dice: Isaías 49: 15-16 "Las vidas de ustedes son como muros, que están continuamente delante de mí. He escrito las vidas de ustedes en mis manos". (Parafraseando).
Quiere decir que nuestras vidas son delante de Dios lo que eran los muros para Jerusalén: un montón de ruinas por causa de nuestro pecado. Para serle honesto, la mayoría de nosotros cuando vinimos a Cristo vivíamos en ruinas por causa de la negligencia y el descuido.
Así que Dios nos da un líder que nos conduce a reconstruir los muros en nuestra vida: el Espíritu Santo. Él es el encargado de hacer la obra dentro de nosotros. Pero Dios también nos ha dado la iglesia, sus líderes y los pastores para reconstruirnos.
La función del Espíritu Santo es hablarnos sobre la condición de nuestros muros. Pero la mayoría de veces no oímos lo que nos dice. Por eso Las cosas no andan bien. Tenemos grandes dificultades y vivimos desgraciadamente. Vs 3.
Pueda ser que algunos de ustedes tengan los muros de su vida arruinados. Y tal vez seas conocido como un buen cristiano, porque vas a la iglesia o porque sirves pero en su corazón tú sabes, que aunque eres cristiano en el mismo sentido que Jerusalén le pertenecía a los judíos, el muro que rodea tú vida espiritual, el muro que te protege y defiende esta por el suelo.
Porque has permitido pecados en tú vida: pecados como el egoísmo, la falta de disciplina, la postergación, los pecados sexuales, el hecho de no tener tiempo para Dios, el compromiso con el mundo. Todo esto ha hecho que los muros que protegen tú vida y la de tú familia estén por el suelo.
Así que necesitas iniciar un proceso de reconstrucción en tú vida y de tú entorno. Pero tienes que empezar primero por ti mismo.
Para reflexionar: la primera fase de reconstrucción se llama evaluación: ¿Cómo esta tú vida?, ¿Cómo está tú relación con Dios? La preocupación de Nehemías lo llevo a la segunda y a la tercera fase: la oración y la perseverancia. Un corazón descuidado, una vida espiritual fría y distante, pronto prevalecerá nuevamente el caos.
1:2 que vino Hanani, uno de mis hermanos, con algunos varones de Judá, y les pregunté por los judíos que habían escapado, que habían quedado de la cautividad, y por Jerusalén.
1:3 Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego.
1:4 Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos.
1:5 Y dije: Te ruego, oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte, grande y temible, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos;
1:6 esté ahora atento tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración de tu siervo, que hago ahora delante de ti día y noche, por los hijos de Israel tus siervos; y confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado.
1:7 En extremo nos hemos corrompido contra ti, y no hemos guardado los mandamientos, estatutos y preceptos que diste a Moisés tu siervo.
1:8 Acuérdate ahora de la palabra que diste a Moisés tu siervo, diciendo: Si vosotros pecareis, yo os dispersaré por los pueblos;
1:9 pero si os volviereis a mí, y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, aunque vuestra dispersión fuere hasta el extremo de los cielos, de allí os recogeré, y os traeré al lugar que escogí para hacer habitar allí mi nombre.
1:10 Ellos, pues, son tus siervos y tu pueblo, los cuales redimiste con tu gran poder, y con tu mano poderosa.
1:11 Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración de tu siervo, y a la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre; concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón. Porque yo servía de copero al rey.