“Había cierto hombre rico que tenía un administrador que manejaba sus negocios”. Lucas 16:1 (NTV)
Todo le pertenece a Dios, y solo te lo presta por unas pocas décadas. Realmente tú no posees nada. Lo que crees que tienes, realmente es prestado. No lo poseías antes de que nacieras. No lo poseerás después de que mueras.
Jesús contó una historia en Lucas 16 sobre un hombre que dejó a un administrador a cuidar de su propiedad. Todos somos administradores. Todo lo que tienes es un regalo de Dios, y Él te lo da por un tiempo para que lo administres. Él quiere ver que vas a manejar sabiamente lo que le pertenece. Dios quiere ver si serás un buen administrador de su propiedad. Si empiezas a observar todo en tu vida como en calidad de préstamo, entonces muchas de tus preocupaciones, desaparecerán.
Imagínate si ves tu automóvil y dices: “Este es el automóvil de Dios, no el mío. Él me lo prestó, y yo lo uso”. La próxima vez que tengas un problema con tu automóvil, serás capaz de decirle: “Dios, hay un problema con mi auto. No es mi auto. Tú me lo prestaste. Me diste el dinero para comprarlo. ¿Qué quieres que haga con tu auto?”. Vas a quitarte mucha preocupación cuando confíes en Dios para que te dé sabiduría para las cosas que Él te ha confiado.
Si estás a cargo y eres el dueño de tu destino, entonces tienes que pagar por todo, tienes que preocuparte de dónde van a llegar los recursos. Pero si confías en Dios como su hijo y te ves como un administrador, no el dueño, entonces no eres responsable de encontrar la manera de pagar por ello. Eres el empleado. Dios es el empleador. En última instancia, Él está a cargo del paquete de beneficios.
El primer versículo en esta historia dice, “Había cierto hombre rico que tenía un administrador que manejaba sus negocios” Lucas 16:1 (NTV). Pero el administrador estaba desperdiciando las posesiones de su amo. Cada vez que desperdicias dinero, estás desperdiciando el dinero de Dios. ¡Comprender esa verdad, cambiará tu manera de comprar!
Ver tu dinero como la voluntad de Dios, cambiará tu forma de pensar. Verte a ti mismo como un administrador y no como el propietario, cambiará tu vida y te permitirá aprovechar al máximo lo que te ha sido dado.
Reflexiona sobre esto
¿Qué tan bien cuidas la propiedad de Dios? Esto incluye tu cuerpo, tu mente, tu tiempo, tus posesiones, tus talentos y tus oportunidades.