Si hay algo que te ofrece dirección, paz y satisfacción es saber para qué estás transitando la vida. Por eso, descubrir el llamado de Dios constituye uno de los principales desafíos para aquellos que somos sus hijos.
Si prestas atención a la forma en la que el Señor llamó a algunas personas en el relato bíblico, podrías llegar a confundirte esperando que Él actúe exactamente igual contigo. No obstante, tenemos a un Dios sumamente creativo que no tiene por costumbre manejarse de forma idéntica con todas las personas. A él le encanta ser original.
Moisés vio una zarza ardiente, a Gedeón se le apareció el mismo ángel del Señor, Samuel escuchó su nombre en medio de la noche, mientras que Isaías fue testigo de una visión impresionante, por mencionar algunos casos. El problema que hoy tienen muchos líderes es que están esperando oír una voz que venga desde el más allá o experimentar algún otro hecho sobrenatural para sentirse “oficialmente” llamados, en lugar de dedicarse a considerar lo que Dios viene haciendo en sus vidas desde que nacieron.
Jeremías 1:5 dice: “Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado; te había nombrado profeta para las naciones”.
Gálatas 1:15 dice: “Sin embargo, Dios me había apartado desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia. Cuando él tuvo a bien”.
Sería bueno que recuerdes que tú eres un modelo absolutamente único y que Dios no realiza diseños al azar. Él no reparte dones y capacidades de acuerdo a pedidos especiales, ni tampoco ha permitido ciertos sucesos en tu vida simplemente por descuido. Él sólo se guía por sus soberanos planes eternos. Tu vida y lo que quiere lograr con ella han sido producto de una genial idea suya concebida exclusivamente para ti.
Puede ser que hayas escuchado una voz y es posible que no haya sido así. Eso no te hace menos elegido para una tarea especial. Cuando José llegó al palacio de Egipto no tuvo dudas de que Dios lo había preparado toda la vida para eso, a pesar de que nunca recibió un llamado celestial concreto, salvo algunos indicios.
No te compares con nadie de la antigüedad ni de nuestros tiempos. Revisa tu propia historia y emociónate descubriendo por qué has vivido lo que viviste, por qué sabes hacer lo que haces y por qué te gusta lo que te gusta. No es ninguna casualidad que estés liderando jóvenes si al trabajar con ellos sientes una pasión irremplazable.
Pídele a Dios que te confirme que eso es lo que tuvo en mente para ti desde que te imaginó. La certeza sobre tu llamado te permitirá disfrutar tu servicio y sobrevivir en los momentos de dificultades en el ministerio juvenil.