Nadie puede hacerlo todo, ni siquiera Moisés. Su intento de ejercer el papel de mediador en solitario lo dejó al borde del agotamiento. “La tarea es demasiado pesada para ti”, le dijo su suegro Jetro. Le sugirió que buscara la manera de compartir la carga para aprovechar al máximo su energía y sus dones, permitiendo a la vez que los demás pusieran en práctica sus “mejores aptitudes”. Cuando la Iglesia sigue ese sabio modelo, todos ganan.
Moisés había sido elegido por Dios para sacar a los hebreos de Egipto y llevarlos a la tierra prometida. Pero a pesar de haber visto la protección, dirección y milagros de Dios, la multitud era ingobernable. Los desafíos en el camino brindaron oportunidades para descubrir el diseño de Dios para vivir juntos.
Como creyentes, hemos sido llamados por Dios para realizar tareas específicas, y se nos han dado dones espirituales para llevarlas a cabo.
Incluso cuando tenemos el espíritu correcto, no nos es fácil ver el panorama general. Jetro sabía que Moisés estaba trabajando para Dios, pero no de una manera duradera (Éxodo 18.17, 18). Así que le sugirió instruir al pueblo acerca de cómo comportarse, y luego compartir las responsabilidades de liderazgo con “[hombres] capaces y temerosos” (Éxodo 18.20, 21 NVI). ¿Tiene usted un amigo cristiano que no solo le aliente, sino que también le aconseje? ¿De qué maneras puede usted ser esa clase de amigo para alguien más?
Así como las diversas partes del cuerpo humano tienen diferentes funciones, el Cuerpo de Cristo está compuesto por miembros individuales cuyos dones y servicios están destinados a beneficiar a toda la comunidad. Los creyentes desempeñan una amplia gama de funciones, tales como profetizar, servir, enseñar, alentar, dar, dirigir y mostrar misericordia (Romanos 12.6-8).
Algunos creyentes consideran que ciertos roles en la iglesia son más atrayentes que otros, pero cada don del Espíritu Santo es esencial. (Vea 1 Corintios 12.17). ¿Cómo ve su contribución a la congregación local? ¿De qué manera puede animar a otros en cuanto a su servicio?
Como creyentes, cada uno de nosotros ha sido llamado por Dios para realizar tareas específicas, y se nos han dado dones espirituales para llevarlas a cabo.
Continúa la historia …Formar parte de una comunidad también fue liberador para Moisés de otras maneras.
En la zarza ardiente, recibió el llamado de Dios, y se sintió claramente intimidado por la perspectiva de enfrentar a Faraón. El Señor no le revocó la tarea, sino que le dio justo lo que necesitaba: la compañía de su hermano Aarón en la misión (Éxodo 3–4). ¿Cuándo la presencia de otra persona ha reforzado su confianza para que se sintiera libre de intentar algo difícil?
Mientras Josué luchaba contra los amalecitas, Moisés observaba con Aarón y Hur. La batalla favorecía a los israelitas mientras Moisés tenía las manos levantadas, pero si las bajaba, el enemigo ganaba terreno. Así que Aarón y Hur mantuvieron las manos de Moisés levantadas hasta la puesta del sol, y Josué salió victorioso (Éxodo 17.10-13). Trate de recordar alguna vez que alguien le haya apoyado y ayudado durante una batalla que enfrentaba.
Reflexione
¿Puede pensar en alguien a quien pueda ayudar?
Permitir que alguien nos ayude requiere vulnerabilidad. Además, hay quienes pueden sentirse incómodos exponiendo sus problemas, por lo que es prudente abordar tales oportunidades con sensibilidad y oración.
Aunque suena paradójico, los cristianos más libres son aquellos que viven en interdependencia.
Considere otros aspectos del pasaje.
Algunas personas piensan que ser libre significa ser “autónomo”. Pero el Creador, que quiere que experimentemos la libertad auténtica, nos diseñó para vivir en comunidad. Aunque suena paradójico, los cristianos más libres son aquellos que viven en interdependencia; pues utilizan su don espiritual para hacer las tareas que Dios les dio (Ef 2.10; 1 P 4.10).
El Nuevo Testamento menciona muchas maneras de interacción beneficiosas. Considere las siguientes:
Tened paz los unos con los otros (Mr 9.50).
Lavaos los pies los unos a los otros (Jn 13.14). ¿De qué maneras no literales se puede hacer esto?
Que os améis unos a otros, como yo [Cristo] os he amado (Jn 15.12).
Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros (Stg 5.16).
No nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano (Ro 14.13).
Recibíos los unos a los otros como Cristo nos recibió (Ro 15.7).
Sobrellevad los unos las cargas de los otros (Ga 6.2).
Sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándonos unos a otros (Ef 4.32).
Edificaos unos a otros (1 Tes 5.11).
Estudie las maneras de aplicar estas interacciones a su andar diario. Hebreos 10.24 dice: “Considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras”, y el versículo que sigue después nos lo recuerda: ¡No podemos bendecir al Cuerpo de creyentes a menos que estemos en el Cuerpo!