¿Por qué será que Jesús fue tan famoso desde su nacimiento?
Él era un simple bebé que cuando nació no hablaba, claro está, y sus padres lejos de hacerle publicidad, querían mantener la cuestión en reserva (lo de la concepción divina era un tema difícil de explicar hasta para ellos, y no andaban paseando al niño en un cochecito con un cartel que decía: “he aquí el hijo de Dios”). Entonces, ¿qué fue lo que hizo que desde niño todos supieran que era quien era, o que iba a ser lo que iba a ser?
Herodes lo mandó a matar, y con él a cientos de niños judíos (como para no errar), y en el mismo pesebre, locales y extranjeros vinieron a adorar al rey recién nacido.
¿Cómo se enteraron?
Hace un tiempo le preguntaron a una persona en la calle, por qué creía que Jesús era tan famoso. La respuesta un tanto sarcástica fue la siguiente: “Es que el departamento de marketing de la iglesia es importante…” Esto me hizo pensar en algunas cosas. Lo primero que se me ocurrió y que tiró por tierra ese sarcasmo, fue el hecho de que cuando Jesús nació no existía la iglesia y tampoco el marketing (no al menos como hoy lo entendemos). Pero seguí pensando e investigando y encontré una respuesta en los documentos históricos más fieles de la época, descubriendo una cosa que me hizo erizar la piel: El departamento de marketing sí existió (y existe) pero no es de la iglesia (de ninguna clase) sino que es del mismo Dios.
El relato sobre el nacimiento de Jesús nos cuenta por un lado acerca de unos magos astrónomos, sabios, científicos de tierras lejanas, ricos, y de la realeza. A la vez también aparecen cuidadores de ovejas, pastores, trabajadores comunes, humildes vecinos, sin educación ni títulos. Lo llamativo es que ambos grupos fueron atravesados por el departamento de marketing de Dios.
A unos se les reveló a través de un astro que tuvieron que interpretar junto a textos antiguos. La sabiduría y la ciencia hicieron que estos hombres vengan buscando desde tierras lejanas al “rey de los judíos que había nacido”. Ellos claramente convencidos, trajeron sus regalos luego de emprender un largo y costoso viaje.
A los otros, se les apareció un ángel y les dijo que acababa de nacer el salvador. Y no solo eso sino que cuando terminó de ser entregado ese divino mensaje, los pastores fueron testigos del coro más impresionante que un ser humano haya podido presenciar. Miles de ángeles cantando: Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres.
Para los magos, la estrella no era una campaña publicitaria engañosa. Para los pastores, el ángel y el multitudinario e impresionante coro no eran un holograma. El departamento de marketing existe y fue Dios mismo quien se encargó de hacerle saber a la gente de distintos lugares del mundo que su hijo acababa de nacer, que la encarnación divina se había producido. “Dios con nosotros” pasaba a ser una realidad y el Hombre-Dios que más amaría a la humanidad, ya estaba en la tierra.
Estas fueron señales divinas enviadas a la gente de diferentes maneras y formas. Para sabios e ignorantes, para buenos y malos, para hombres y mujeres, para niños y adultos, para los de este y los del otro continente. ¡Jesús había nacido!
Lo maravilloso del nacimiento de Jesús, es que no fue cosa de hace 2000 años y nada más, sino que sigue siendo cosa de todos los días, y no es cosa corporal, sino cosa del corazón. Como Jesús es Dios, tiene la capacidad y el deseo de nacer en nosotros. Desde su nacimiento en Belén se ha acostumbrado a acomodarse en lugares toscos y rústicos, por lo tanto tranquilamente lo puede hacer en tu corazón y en el mío. No hace falta ningún lujo, ni aparentar nada, ni mandar a hacer refacciones de ningún tipo.
Dios hoy en día sigue enviando señales, solo hay que saber interpretarlas. Por eso en esta Navidad: Si ves la estrella, síguela. Si se te aparece un ángel, escúchalo. Si oyes un coro, presta atención a la alabanza. Si alguien te invita a ir a Belén (que seguramente queda cerca tu casa) diciéndote que Jesús está ahí, no dejes de ir. Si te piden un lugar para que nazca el salvador, solo dispone de lo existente, sin aparentar, sin cambios ni caretas. El bebé se siente cómodo con la honestidad y detesta lo complejo. Tu corazón está bien para él.
El Departamento de marketing de Dios no ha dejado de funcionar. Las señales están y seguirán estando. Son para ti y para mí. ¡Feliz Navidad!