Eclesiastés 10: 18
En este capítulo, Salomón aborda distintas incertidumbres de la vida, dando consejos sabios al respecto. Esta es una sección en la que podríamos llamar: “buscando la satisfacción en la moralidad”. Es decir, la vida caracterizada por las buenas obras. Esta fue una búsqueda en la que Salomón pasó más tiempo que en cualquiera de los otros experimentos que hizo.
En estos versículos expresa de quienes se entregan por completo al placer en vez de gobernar bien al pueblo, versículo 16 y presenta un contraste en el verso 17 diciendo que los gobernantes dan a su pueblo un ejemplo de trabajo, dedicación y sobriedad. Pero nuestra meditación se encuentra en el verso 18: “Por la pereza se cae la techumbre, y por la flojedad de las manos se llueve la casa”. Salomón hace una severa crítica contra la pereza, negándose a llevar con diligencia los trabajos en el hogar.
Esto es algo que directamente nos compete como mujeres, aunque también los hombres, siendo esposos, deben contribuir en casa, llamó mucha mi atención. Tú y yo sabemos cuán ardua es la labor en el hogar, un trabajo que no es reconocido. Cuán indispensable es que seamos aplicadas en todo lo que hacemos, primeramente en dónde habitamos. Esta es la verdadera escuela y centro de entrenamiento para nuestros hijos y para nosotras mismas. Pereza es tener desgano, negligencia en las cosas que estamos obligados a realizar, dice el diccionario. En Proverbios 24:10 dice: “Si fueres flojo en el día del trabajo, tu fuerza será reducida”. La pereza es una actitud natural del humano, especialmente cuando se encuentra cansado. Significa que aún cómo hijas de Dios, podemos llegar a caer en ella.
Es bueno saber que tenemos la ayuda del Espíritu Santo que nos hace capaces y efectivas en nuestras labores, que en dependencia de nuestro señor podemos llevar a cabo todo. La Escritura dice: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” Colosenses 3:23. Esto implica una vida gobernada por Cristo. Todo lo que hacemos debe tener un sello de excelencia e integridad propio del Señor, especialmente allí en el hogar. Amada, no importa si nuestras labores sean limpiar pañales, cocinar, reparar una silla rota, una gotera, Él es quién aumenta nuestras fuerzas cómo las de un búfalo.