Saber que todo está en las manos de Dios nos da seguridad para emprender cada día nuestra vida. Dios tiene todo en control, y nada ni nadie puede estorbar o cambiar lo que Él ya determinó. Esto nos alienta y nos consuela como hijas de Dios, pues nos muestra que todo lo que ocurre en nuestras vidas, ya sean cosas buenas o malas, tienen un propósito ordenado por Dios. “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” (Rom.8:28)
El estar en las manos de Dios y depender de Él desarrolla en nosotras un carácter de obediencia a su voluntad. Pero muchas veces la presión por lograr cosas en este mundo, nos desvía del propósito que Dios tiene para nosotras, y tomamos decisiones erradas y nos soltamos de la mano de Dios. Pero si nos alejamos, perdemos; y desarrollamos temores, malos hábitos, pecados ocultos, debilidades, falta de criterio y lo más terrible, orgullo. Todo esto, nos explica el predicador, nos pasa a todos, que éste mal está en este mundo, y en el corazón del hombre. Pues qué pediremos: “No dejes que se incline mi corazón a cosa mala.
A hacer obras impías. Con los que hacen iniquidad; y no coma yo de sus deleites” (Salmo 141:4) “Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y Él hace según su voluntad, y no hay quien detenga su mano y le diga ¿Qué haces?” El hombre sin la revelación de Dios, no podrá saber que sucede más allá de la muerte. Piensa que con la muerte se termina todo, es el fin, y por ello ni piensan en la otra vida. Todo lo contrario es para los hijos de Dios que tenemos la promesa de la vida eterna, es cuando todo comienza. “Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos” (2 Cor.5:1)
Aprovechemos bien el tiempo mis amadas, no nos soltemos de la mano de Dios. No nos adelantemos, que ninguna circunstancia por difícil que estemos viviendo, nos mueva. Pidamos al Señor sabiduría para discernir los tiempos y vivamos para que con nuestras vidas honremos al Padre