Eclesiastés 8:16-17
¿Quién puede entender la mente de Cristo?
Nadie, aún nosotras jamás podremos entender toda su soberanía. Salomón dedicó parte de su tiempo a buscar su propio conocimiento. Lejos de Dios no existe ninguna recompensa duradera, es por ello que nuestro corazón está de continuo en descontento.Toda riqueza y cualquier afán de obtener satisfacción apoyadas en nuestra sabiduría tiene fin, ella no tiene la respuesta que buscamos, la única respuesta se llama Jesucristo. Él es el Camino, la Verdad y la Vida.
Aquellas riquezas y deleites se han convertido en una pesada carga sobre sus hombros, y Dios lo sabe. Él siendo Dios Omnipotente conoce nuestro corazón, que se inclina siempre a hacer el mal y buscar satisfacción propia. Pero finalmente la sabiduría del mundo no llegará jamás más allá del sol.
¿Qué enseñanza nos deja estos dos versículos? Las obras de Dios son en extremo incomprensibles, aún nosotras sus hijas no alcanzaremos a comprender sus designios. A pesar de tanto pesimismo que vemos en este libro acerca de la banalidad de la vida, la única verdad que sobresale es que, apartados de Dios, nada podemos hacer; nada tiene sentido. Sin embargo, si nos rendimos a Él y le reconocemos en todos nuestros caminos, la vida en esta tierra se vuelve con sentido. Nuestra intimidad con Dios crece día con día.
No descuidemos nuestra relación con Dios, puede haber días que nos cuesta más que otros. Sin embargo necesitamos obedecer antes que sacrificarnos. Permanecer en la búsqueda de esa comunión traerá respuesta a una vida llena de conflictos e inquietudes. La falta de conocimiento de Su palabra solo trae ignorancia. Necesitamos un conocimiento exhaustivo y entonces, aquello que vemos debajo del sol, se vuelve efímero porque tenemos una eternidad que nos espera; asegurada donde Él solo ofrece descanso para nuestras almas.