Estudio Biblico
La amargura proviene de una palabra que significa punzar. Su raíz hebrea agrega la idea de algo pesado y la griega revela el concepto de algo fuerte. La amargura, es entonces, algo fuerte y pesado que punza hasta lo más profundo del corazón.
Nadie puede con facilidad reconocer que está amargado. Sino que la palabra “raíz de amargura” nos da la idea de algo profundo y oculto. Podríamos así decirlo, como sentimientos que tenemos en nuestro inconsciente que no los podemos percibir, pero que están afectando nuestra vida consciente.
La amargura no tiene lugar automáticamente, sino que brota en nuestro corazón cuando permitimos que los desacuerdos crezcan hasta volverse resentimiento, o también, cuando alimentamos rencores por heridas pasadas. No importa si la ofensa fue intencional o no, si tú no solucionas la situación con Dios, ahí comenzará a germinar las raíces de amargura.
Cuando la amargura entra, no vienen sola. Los mejores amigos de la amargura son: la autocompasión, el enojo, el resentimiento, el rencor, los deseos de venganza, la calumnia y la paranoia. (Personas que se hacen videos en su cabeza.)
Dentro de las consecuencias de la amargura encontramos:
· La amargura contamina a otros.
· La amargura hace que perdamos toda perspectiva y visión de la vida.
· La amargura trae enfermedades. Depresión, problemas en los huesos, insomnio, son algunas de ellas.
· La amargura mata el amor.
· Y finalmente, la amargura hace que dejemos de vivir por la gracia de Dios. Vs 15. Es entonces cuando entra el legalismo y la religiosidad a nuestras vidas. Es ahí cuando la vida cristiana se vuelve una carga pesada, ya no servimos con voluntad sino por imposición.
Si la amargura es un veneno para el alma, ¿Cuál es el remedio? La respuesta de Dios para resolver los conflictos y las heridas del pasado es el perdón. El remedio para la amargura es el perdón.
Para reflexionar: ¿Qué desacuerdos has permitido que crezcan en tú corazón?, ¿Qué situaciones de tú pasado aun sigues alimentando?, ¿Con quién aún estás enojado? Ora a Dios y dile que decides perdonar.