Eclesiastés 7:27-29
Estos versículos me impactan, porque Salomón en su búsqueda de la sabiduría se da cuenta de la maldad, de las perversiones del ser humano. Dios nos creó a todos perfectos, para rectitud, pero por su mismo deseo carnal se hacen la vida muy complicada, están llenos de perversiones. Dios nos ha creado mujeres valiosas, con un propósito especial, pero muchas veces dejamos que nuestra carne domine, dejamos que la sociedad, que el mundo que nos rodea nos contamine y nos volvemos prostitutas.
Suena una palabra muy fuerte pero en realidad una mujer prostituta es aquella que se deshonra o degrada abusando con bajeza de ella misma para obtener un beneficio. Si meditamos en este término no es solo el venderse sexualmente pero el venderse al pecado, al mundo por un rato de comodidad, de placer, de popularidad, etc. Salomón dice que no encontró una sola mujer buena, era difícil encontrar una ya que la contaminación de otros, la inclinación a otros ídolos las hacia esa clase de mujer. Me gusta en la versión traducción al lenguaje actual dice: “También pude darme cuenta de que una mala mujer causa más amargura que la muerte; cuando te abraza, lo que realmente quiere es atraparte. Si tú obedeces a Dios, te librarás de ella; pero si no lo obedeces, caerás en sus redes”.
¿Estamos siendo piedra de tropiezo o somos de edificación para otros? El propósito de Dios para tu vida es que seamos de edificación. Si le obedecemos a Dios, cumpliremos con la manera que Él nos creó, mujeres perfectas, con rectitud, sin tantas complicaciones. ¿Qué clase de mujer eres? ¿Hay rectitud en tu vida o hay solo perversidad? ¿Te estas prostituyendo, corriendo hacia otros ídolos o te mantienes firmes obedeciendo al único Dios? Seamos la diferencia y que puedan realmente decir “mujer virtuosa, tu superas a todas, es conocida por los frutos de su esfuerzo y alabada por sus acciones…”