Muchos cristianos viven con miedo a un mundo no cristiano.
Pero un mundo no cristiano no necesariamente es un mundo en contra nuestra.
Quizás es un mundo cansado de una fe que quiso imponer una exclusiva manera de vivir. Imponer, no dialogar.
Hablar de moral cristiana también es un asunto no tan fácil. Desde los primeros siglos, corrientes como el estoicismo griego se mezclaron con ribetes platónicos y dieron con el tiempo versiones de una moral que encalló en el oscurantismo católico medieval y el puritanismo protestante.
En otras palabras, una moral que demonizó el placer "indebido", pero no la injusticia.
Que aborrecía la sensualidad, pero validaba la violencia "justa".
Hablamos mucho de Jesús, pero del verdadero Nazareno nos horrorizaríamos.
Jesús no fue un Esenio que rompió con el mundo.
No fue el Fariseo que prefirió solo orar y "ser bueno" guardando la Ley mientras el mundo se desmoronaba.
No fue un sacerdote que resumía su fe en cosas que pasaban encerrándose en un santuario.
No fue un zelota, que justificaba la violencia.
No fue un religioso que esperaba que las personas cambiaran para establecer vínculos de cariño.
Muchos le decían "borracho y comilón", que era un título en Deuteronomio, que se refiere al "Hijo contumaz", aquel que desobedece el modelo de liderazgo patriarcal.
No fue el típico alguacil moral que pudo haber consentido el apedreo de la mujer "adúltera".
No impulsó ninguna carrera política para presionar a todos a regirse bajo sus normas éticas.
Jesús nunca usó su poder para obligar a nadie.
Como en la parábola del buen samaritano.
Cuántos hemos dedicado hoy nuestra vida a servir a Dios, pero nos hemos alejado de las realidades difíciles fuera de nuestra Fe, así como el levita y sacerdote que evitaron tocar al moribundo, pensando que su cadáver los dejaría "impuros".
Y nos hemos olvidado, que servir a Dios es justamente como lo hizo el samaritano, servir , aportar a la sanidad de otro, sin miedo a dejar de ser "puro" para la religión.
Porque de cultos y códigos de santidad, el mundo ha tenido bastante. Y para Jesús, si no es en la coordenada correcta, no sana a nadie.
Ulises Oyarzun