No conocemos su nombre, así que llamémosla «Sra. Noé». Ella vivía sus días amando a su esposo, Noé, criando a sus tres hijos y atendiendo a su hogar. La vida cotidiana era sencilla… hasta que llegó el «llamado» del Señor. Afligido por la maldad humana, Dios decidió destruir a los seres humanos, a los animales terrestres y a las aves del cielo.
Como Noé confiaba en Dios y caminaba con Él, Dios decidió que él y su familia se salvarían, y le pidió que construyera un arca. A medida que Noé avanzaba en obediencia, la Sra. Noé pudo haberse preguntado: ¿Cómo puedo ayudar a mi esposo a cumplir el plan de Dios? ¿Qué puedo hacer? Orar. Ella podía orar por toda la humanidad conforme se acercaba el juicio de Dios, por su esposo mientras él servía al Señor y para que su familia también siguiera a Dios.
Animar. Los esposos prosperan cuando escuchan palabras alentadoras y esperanzadoras de sus esposas. Ella podía animar a Noé en su trabajo.
Creer. Quizás la Sra. Noé tenía preguntas sobre el arca y la posibilidad de un diluvio, pero podía elegir creer.
Ayudar. Ella podía ayudar con los animales y juntar el alimento que necesitarían para su misteriosa travesía de fe.
Seguir. Ella podía —por fe— seguir la dirección diaria de su esposo, durante los 120 años o los 43.800 días que tomó construir el arca… hasta entrar en el arca de salvación que transportó a su familia hacia un futuro desconocido.
Señor, quiero tener la fe que ora persistentemente, que elige justicia, que alienta a otros creyentes, que ayuda a tu reino y que te sigue fielmente. Ayúdame a encontrar fortaleza para hoy y esperanza para mañana mientras navego hacia el futuro que tienes para mí.