Halloween surgió de una festividad céltica que se celebraba en la antigüedad, llamada Samhain. Los celtas, que vivieron hace 2.000 años en lo que es ahora Irlanda, el Reino Unido, y parte de Francia, celebraban su año nuevo el 1 de noviembre. Este día marcaba el fin del verano y de la cosecha, el principio de la oscuridad y el invierno frío. Luego, en determinado momento, la Iglesia Católica estableció el día 1 de noviembre como “El día de todos los Santos”, como intento por reemplazar las viejas costumbres paganas de los celtas (pero sin anularlas del todo).
La palabra Halloween deriva de la expresión en ingles All Hallow´s Eve (es decir, la víspera del día de los Santos, que viene a ser el 31 de Octubre). Durante los tiempos de Constantino, estos dos días festivos (el eclesiástico y el pagano) se mezclaron deliberadamente y a conciencia, para tratar de “cristianizar” el día pagano. Pero fue un gran error, porque no solo la iglesia no logró cristianizar a los paganos, sino que sucedió todo lo contrario… los paganos influyeron grandemente sobre el día eclesiástico.
Los celtas eran politeístas, y también reverenciaban elementos de la naturaleza, como el sol, la luna, las estrellas, ciertos árboles, los lagos, el fuego, etc. Los Druidas, que eran los sacerdotes de las sociedades célticas antiguas, creían que en la fiesta de Samhain la frontera entre los vivos y los muertos era perforada, dejando libres a los demonios, las brujas, y los duendes para perseguir y acosar a los vivos, dañar las cosechas y causar todo tipo de problemas.
Ellos enseñaban que para hacerse inmune a sus ataques, la gente debía disfrazarse como brujas, diablos, o personas macabras, y así procurar ahuyentar (o desviar) a los espíritus malos. También debían tallar caras grotescas en calabazas e iluminarlas con velas, y luego colocarlas en las ventanas de las casas para que los espíritus las vieran y no se acercaran. En estas celebraciones se llevaban a cabo, además, otras actividades como adivinación, predicciones sobre el futuro, invocación de hadas, brujería y encantamiento. También los Druidas encendían inmensas fogatas sagradas en las que se quemaban cosechas y animales (y se cuenta que también personas) como sacrificios a las deidades.
También se les decía a las personas que los demonios visitarían sus casas, y si no los complacían dándoles algo, ellos les darían cosas malas. Parte del propósito de todo esto era atormentar y asustar a las personas que vivían en el campo para que así los Druidas pudieran demandarles contribuciones de comida. (¿Te suena? ¿Trick or Treat? Quiere decir “dame algo delicioso de comer o te hago un truco o encantamiento”)
Entonces, ¿es hoy Halloween una tradición inocente? No lo creo. Por un lado, hay demasiadas similitudes entre lo que se hace hoy y su origen pagano. Y por otro, al fin y al cabo estamos celebrando la muerte, y nosotros tenemos al Dios de la Vida.
Claro que podrías preguntarme: ¿Y qué hay si yo no creo en nada de todo eso, y no hago nada “satánico”, sino que simplemente me disfrazo ese día para divertirme con mis amigos? Yo te recomendaría manejar eso con mucho cuidado y cuidar que no quepa la más mínima posibilidad de que alguien piense que estas celebrando lo mismo que Halloween.
Tal vez puedas organizar una alternativa junto a tu grupo de jóvenes de la iglesia. Obviamente el problema no son los disfraces (aunque si se disfrazan, tengan cuidado con qué es lo que destacan, ya que por ejemplo los disfraces sensuales o los horrorosos no creo que sean apropiados para que sean una “alternativa”). Pero sea como sea, no dejes pasar la aparente “inocencia” de esta fiesta y utilízala para destacar lo contrario de lo que el mundo celebra.
La Biblia nos da un consejo claro que puede aplicarse al caso de Halloween:
“Que nadie los engañe con argumentaciones vanas, porque por esto viene el castigo de Dios sobre los que viven en la desobediencia. Así que no se hagan cómplices de ellos. Porque ustedes antes eran oscuridad, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de luz (el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad) y comprueben lo que agrada al Señor. No tengan nada que ver con las obras infructuosas de la oscuridad, sino mas bien denúncienlas, porque da vergüenza aun mencionar lo que los desobedientes hacen en secreto.” (Efesios 5.6-12)