A veces es fácil preguntarse qué propósito tiene Dios para nuestra vida. Cuando comparamos lo que estamos haciendo con otras personas que parecen tener dones especiales y un gran propósito para vivir, no vemos lo mismo en nuestra vida y simplemente nos sentimos normales. Estamos tan concentrados en nuestro trabajo, criar a nuestra familia y pagar las facturas que todo lo que vemos y sentimos es normal. Pero el hecho de que no estemos viendo o sintiendo el propósito de Dios no significa que no esté ahí.
Entonces, ¿cómo descubres tu propósito? Quizás sea tan simple como lo que hizo Pedro en Lucas 5. Pedro era pescador, y él y su tripulación estaban lavando sus redes cuando miró hacia arriba y vio a Jesús entrar en uno de sus dos botes. Jesús le pidió a Pedro que se alejara un poco de la orilla para poder predicar desde la barca a la gran multitud reunida en la playa. Ese barco representó la carrera y el sustento de Peter. Podría haber dicho: "Lo siento, pero no hemos terminado de trabajar aquí". Pero Pedro permitió que Jesús usara su bote ese día para Su propósito, y al final del día, Pedro pasó de pescar peces a convertirse en pescador de hombres. Se convirtió en su destino y pasión. Tener a Jesús en su barca y obedecer su palabra convirtió a Pedro en un apóstol.
Hoy quiero que mires hacia arriba e invites a Jesús a cada área de tu vida. Déjelo entrar en su bote, por así decirlo, y nunca volverá a ser el mismo. Date cuenta de que Dios tiene un gran propósito para tu vida. Tu vida tiene significado y el potencial para hacer del mundo un lugar mejor. Dios te ha marcado para tener influencia en las personas que te rodean. Si estás siendo lo mejor que puedes ser, usando tus dones y talentos y mezclándolos con fe, estás enriqueciendo tu mundo y haciendo una diferencia eterna.
Con demasiada frecuencia no reconocemos ni apreciamos los dones y talentos que Dios nos ha dado. Pero el apóstol Pablo dice que cuando Jesús ascendió al cielo, "dio dones a los hombres" (Efesios 4: 8). No todos tenemos los mismos dones, pero todos tenemos dones que podemos usar para el propósito de Dios en nuestras vidas. Tenemos que reconocer nuestros dones, aprender a usar y caminar en esos dones, apreciar nuestros dones y no compararlos con otros.
Dios quiere estar en tu barco. Quiere estar en tu lugar de trabajo, en medio de tus cambios de pañales, en medio de tu familia. Si pones el propósito de tu vida en Él, algún día mirarás hacia atrás y dirás: "Dios, hiciste más de lo que pude pedir, pensar o imaginar".