Todos tenemos cosas que creemos que cambiarán. Estamos luchando contra una enfermedad, luchando contra una adicción o lidiando con el miedo, la ansiedad o la depresión. Sabemos que Dios prometió que restaurará nuestra salud, que nuestros hijos servirán al Señor, que seremos libres del temor. Oramos y creímos, pero no vemos nada que mejore. Lo que no puedes ver es que en el momento en que oraste, se cortó la fuente de lo que venía contra ti en el reino invisible: el miedo, la adicción, la enfermedad. Lo que lo alimenta ha sido cortado y está muerto. No se desanime porque no ve que sucede nada. Es solo cuestión de tiempo. Lo que Dios te prometió está en camino.
Un día, Jesús vio una higuera a lo lejos. Tenía hambre y se acercó a buscar unos higos, pero el árbol estaba estéril. Le dijo al árbol: "Nadie vuelva a comer fruto de ti" (Marcos 11:14). Maldijo al árbol. Pero cuando lo dijo, nada cambió en el exterior. Los discípulos habían visto a Jesús hablar y los enfermos fueron sanados y las tormentas se calmaron de inmediato, y puedo imaginar que se preguntaron qué salió mal. Pero a la mañana siguiente, "los discípulos vieron que la higuera se había secado desde las raíces". Cuando Jesús le habló al árbol, no pasó nada en el exterior, pero la fuente fue cortada de raíz. Cuando las raíces están muertas, el árbol está muerto. Puede que todavía parezca vivo, pero es solo cuestión de tiempo antes de que el exterior se ponga al día con el interior.
En el momento en que oras, Dios corta la fuente. Esa adicción parece viva, pero si pudieras ver las raíces, te darías cuenta de que está muerta. Esa enfermedad parece permanente, pero tiene una nueva perspectiva: las raíces se han cortado y está muerta. No se desanime porque todavía quedan hojas en el árbol. La Escritura dice: "Quebraré la fuerza de los impíos, pero aumentaré el poder de los piadosos" (Salmo 75:10). El poder de todo lo que está tratando de detenerte está siendo cortado. Es solo temporal. Todos los días se marchita, se debilita. Por fuera puede verse igual, pero por dentro se está secando.
Dios ya ha eliminado algunas de las cosas que te preocupan. No lo has visto, pero en el reino invisible las cosas han cambiado. La ansiedad por la que has estado orando ya está muerta. La fuente del problema en el trabajo ya ha sido eliminada. Ahora haga su parte y permanezca en la fe hasta que se manifieste. Sigue agradeciendo a Dios, sigue hablando como si fueras libre, sigue pensando que estás sano, sigue actuando como si fueras victorioso. Verás lo que Dios prometió.