Estudio Biblico
VUELVE Y JUEGA
Por: Federico Suarez
El domingo jugó la Selección Colombia contra el seleccionado de Brasil, este gran evento también se llevó a cabo hace unos años, en el mundial de Brasil 2014, de aquel partido nos quedó el amargo recuerdo en forma de frase: “fue gol de Yepes”, se trató de aquel momento en el que el árbitro invalidó un gol de Colombia para favorecer al seleccionado local que, muy seguramente por prestigio no podía quedarse por fuera de los cuartos de final.
Este encuentro muchos colombianos se lo están tomando muy en serio, esperando que la misma trampa no se les vuelva a hacer a los colombianos, tan en serio, aunque es un juego. Lo que si no es un juego y que a pesar de ello no tiene la misma seriedad fue el bombardeo que hizo el Estado colombiano a cuatro menores de edad el pasado 16 de septiembre en las selvas del Chocó.
Vuelve y juega, porque esta no es la primera vez que el Estado comete esta suma de actos bélicos. En agosto de 2019 fueron ocho vidas de menores las segadas, y en marzo de 2021 con también menores, a los que en vez de tratárseles desde la dignidad humana y carácter de víctimas del conflicto en el que hay responsabilidades compartidas, se le instrumentalizó con el calificativo de máquinas de guerra. (El Espectador, 7 oct 2021)
Al buscar responsabilidades sobre estos hechos, se las han dado a los grupos ilegales que les habían reclutado. Sin embargo, debemos de entender que si bien es cierto estos grupos armados ilegales son responsables, no son los únicos que la tienen sobre la vida de nuestros menores. Es importante recordar que estos grupos no son los responsables de garantizar la paz en el territorio nacional, sino el Estado y el gobierno de turno que lo administra.
El Estado colombiano, como estado moderno, tiene dentro de sus responsabilidades garantizar la paz en el territorio nacional, incluyendo a sus ciudadanos que lo habitan. Para cumplir con este mandato puede usar uno de sus instrumentos, el uso legítimo de la fuerza, la cual, cómo legítimo, solo él lo puede hacer, sin embargo, antes de hablar de esta forma, se debe de recordar que Colombia es un estado social de derecho, y como tal el gobierno como administrador, tiene la obligación de garantizar los derechos de todos sus ciudadanos, más cuando se trata de niños, niñas y adolescente.
Por lo anterior, se puede entender, que, antes de hacer uso de la violencia legitima, tiene que haber garantizado otros derechos de los menores. Por ello, vale la pena hacer al menos una pregunta: ¿Qué derechos no les garantizó el Estado a través de los últimos gobiernos a estos menores, para permitir que fueran reclutados por esos grupos ilegales?
El reclutamiento forzado es tan solo la punta de iceberg, de unos problemas estructurales como falta de acceso a la educación y a la salud de niños, niñas y adolescentes y de medios de trabajo a sus padres que les asegure la subsistencia, problemas que se acentúan en territorios alejados de los cascos urbanos donde históricamente el Estado no ha llegado.
Ahora bien, si de resignarnos se trata, en que tengamos que aceptar que tenemos que seguir con medidas reaccionarias como las bélicas en lugar de las más proactivas, como saldar estas deudas estructurales; tenemos que entender que un bombardeo no es el único método de ejercer la violencia legítima. Aunque lo haga, tiene que asegurarse de proteger la vida de cada uno de nosotros y más de los niños, niñas y adolescentes, debido a su responsabilidad como gobierno garante de los derechos que tenemos los ciudadanos del estado social de derecho.
Ahora bien, partiendo de lo anterior, ¿Qué debemos exigir los ciudadanos a quien administra toda esta gran finca llamada Colombia, como se refería a ella Jaime Garzón, de la cual todos somos dueños? Pues que cumpla con el mandato que se le ha dado, porque como bien han dicho nuestros padres: “usted no se manda solo”.
¿Y qué debemos exigir los que hemos aceptado el señorío de Jesús sobre nuestra vida? Los que hemos entregado nuestra vida a Jesús, hemos rendido nuestra vida a sus verdades que han influido en nuestra manera de ver la vida y el mundo. Por tanto, en nosotros debe estar incrustado el gran mandamiento: No matarás. Este mandamiento no se reduce a la muerte física, como nos lo indicó Jesús en el sermón del monte, se extiende a la manera como nos relacionamos con nuestro prójimo.
Por lo anterior, desde la Palabra de Dios, nuestra actitud debe de ser crítica ante estos hechos que atentan contra el mandamiento divino y contra la ley colombiana, que en esta ocasión no se aleja de ella. Nuestra defensa de la vida debe extenderse con la misma férrea protección que hemos tenido por los no nacidos, a la de los nacidos abandonados por el Estado y utilizados por los grupos ilegales. Debemos exigir que no solo, no se les quité la vida físicamente, sino que en vida se les garantice el derecho que tienen como colombianos y la dignidad que Dios les dio cuando los hizo humanos.
Más aún, al volver a lo que nos dijo Jesús en el sermón de la montaña cuando nos enseñó el amor a los enemigos y la compasión como expresión de éste a ellos, nuestra obediencia al mandamiento de No matarás, debe llevarnos a arrepentirnos cuando nos alegramos con el gobierno por la muerte de unos compatriotas que han tomado el camino de las armas, y más bien lamentarnos tanto por los que mueren como por los que la causan.
Que Dios nos perdone a los que hemos faltado a su Palabra y nos ayude a cambiar nuestra cosmovisión desde la obediencia a lo que nos ha dicho en ella.
Solo de esa manera no tendremos que volver a decir: vuelve y juega.
6:28 bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian.
6:29 Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues.
6:30 A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva.
6:31 Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos.
6:32 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman.
6:33 Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo.
6:34 Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto.
6:35 Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos.
6:36 Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.