Dios nos facilitó las Sagradas Escrituras para que pudiéramos conocerlo. Aunque nadie pueda comprender a cabalidad todo lo que fue escrito por Dios infinito, Él nos ha dado la oportunidad a los cristianos de entender su Palabra. Sin embargo, esa comprensión no es la meta final. Para que podamos ser transformados por la Palabra, también debemos aplicar en nuestra vida lo que nos enseña.
El Señor ha preservado su Palabra para que cada generación pueda leerla, escucharla y aplicarla. Las Sagradas Escrituras deben ser tan preciadas para nosotros como lo eran para David, quien dijo: “¡Oh, cuánto amo yo tu ley!
¿A qué nos referimos al hablar de la meditación?
La meditación es el proceso mediante el cual aprendemos a escuchar al Señor por medio de su Palabra, a aplicar los principios bíblicos en nuestra vida y a observar cómo Dios obra. Al meditar en las Sagradas Escrituras, el Espíritu Santo aplica sus enseñanzas a nuestra vida, de acuerdo con nuestras necesidades momentáneas, para darnos la perspectiva correcta y la dirección que necesitamos ante cualquier situación que enfrentamos.
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¿En qué consiste la meditación bíblica?
En enfocarnos en Dios y dejar todo lo demás a un lado. La meditación requiere tiempo a solas con el Señor, en su Palabra y oración, sin distracciones externas.
En escuchar más que hablar. Mientras tratamos de comprender su Palabra en silencio, el Señor nos muestra verdades que debemos considerar.
Es la actividad más importante en la vida de un seguidor de Cristo.
El Señor mismo demostró la necesidad que tenemos de pasar tiempo a solas con Dios. Después de haber alimentado a una multitud de más de 5000, los despidió, les dijo a sus discípulos que se adelantaran en su travesía y subió al monte para orar a solas por varias horas (Mt 14.21-23). En otra ocasión se levantó muy temprano de mañana, para ir a un lugar desierto con el propósito de orar (Mr 1.35).
Si el Hijo de Dios necesitaba tiempo a solas con su Padre, ¿Cuánto más nosotros?
¿Cuáles son los resultados de la meditación bíblica?
1.Calma nuestro espíritu. Cuando nos sentimos afligidos, la Palabra de Dios trae paz a nuestro corazón, pues nos reafirma su fidelidad, amor y soberanía sobre nuestras vidas.
2.Ilumina nuestra mente para que pensemos como piensa Dios. Necesitamos aprender a pensar como el Señor. Eso solo es posible cuando comprendemos sus caminos y sus planes tal y como lo revela en la Biblia. Es al hacer eso que sentimos paz y confiamos en nuestro Padre celestial.
3.Aumenta nuestra energía. En momentos de debilidad encontramos fortaleza en la Palabra de Dios. El Señor sabe lo que necesitamos y proveerá conforme a sus riquezas en gloria (Fil 4.19). Cuando somos incapaces por nosotros mismos, el Señor nos da su fortaleza.
4.Purifica nuestro corazón. Es al meditar en su Palabra que el Espíritu Santo nos muestra esos pecados en nuestras vidas que debemos confesar para arrepentirnos y para que podamos ser limpiados y perdonados por el Señor (1 Jn 1.9).
5.Amplía nuestra percepción de Dios. Meditar en la Palabra de Dios revela aspectos de la naturaleza del Señor que quizás no conocíamos antes. Su amor para salvar a los pecadores, su capacidad para perdonar a quienes no lo merecemos, y su cuidado e interés hacia cada detalle de nuestra vida nos asegura que es bueno y fiable.
6.Amplía nuestra percepción de Dios. Meditar en la Palabra de Dios revela aspectos de la naturaleza del Señor que quizás no conocíamos antes. Su amor para salvar a los pecadores, su capacidad para perdonar a quienes no lo merecemos, y su cuidado e interés hacia cada detalle de nuestra vida nos asegura que es bueno y fiable.
7.Aumenta nuestro amor por Dios. Mientras más conocemos al Señor por medio de su Palabra, más crecerá nuestra devoción hacia Él. Algunos pasajes de la Biblia nos inspirarán a amarlo más y se convertirán en recordatorios de su amor, cuidado y provisión para nosotros.
8.Nos hace más sensibles a la autoridad y al poder de Dios. Mientras nuestra perspectiva de Dios aumenta, más nos damos cuenta de lo mucho que dependemos de Él y de cuán humilde debemos ser ante su presencia en lugar de caminar en orgullo.
9.Fortalece nuestra fe. Nuestra confianza en el Señor aumenta al aprender de su fidelidad en su Palabra y experimentarla en nuestra vida, por medio de las oraciones contestadas.
10.Nos hace más conscientes de la presencia de Dios. El tiempo a solas con el Señor nos hace más sensibles a su constante presencia y a su obra en nuestra vida.
11.Nos infunde gozo. Después de meditar en la Palabra de Dios sentimos gozo al reconocer que está en control.
Recomendaciones para el lector: Tenga a la mano resaltadores de diversos colores y subraye el pasaje escogido para meditar.