Muchos de nosotros pensamos que si podemos vivir lo suficientemente bien, deshacernos de un mal hábito y no fallar más, Dios nos bendecirá y nos mostrará su favor. El problema es que no podemos vivir de esa manera. Todos cometemos errores, cedemos a las tentaciones y dejamos que nuestras emociones se apoderen de nosotros. Las voces condenatorias vienen diciendo: "Lo arruinaste. Dios nunca te ayudará". Pero esa no es la forma en que nuestro Dios es. Cuando no puedes llegar a Su nivel, Él dice: "Yo bajaré al tuyo". Él no es tan alto y santo como para no descender. La Escritura dice: "Se inclina para mirar el cielo y la tierra. Saca del polvo al pobre y del basurero al menesteroso. Lo pone entre los príncipes" (Salmo 113: 6--8). Se agachará todo el camino hasta un basurero, todo el camino hasta la tierra.
Esto es lo que hizo Jesús hace dos mil años. Se inclinó de la gloria del cielo y nació en un humilde pesebre en la tierra. Se inclinó para ser traicionado, burlado, golpeado y crucificado en la cruz por nuestros pecados. No tenía que hacerlo, pero dijo: "Me inclinaré. Iré tan bajo, tan bajo que seré enterrado en una tumba". Pero no se quedó allí. Derrotó al pecado, la muerte y el infierno por ti y por mí. Así es como Él es el Dios que se inclina. Él viene a tus lugares desordenados, te encuentra donde estás, te restaura cuando fue tu culpa, te defiende cuando sabías mejor, ahoga las voces acusadoras a tu alrededor y te coloca en un lugar de honor como Su hijo.
Me encanta el hecho de que nunca puedes caer tan bajo que Dios no baje a levantarte. Él no le reprocha sus errores. No estás demasiado desviado y no has fallado demasiadas veces. Dios viene a por ti ahora mismo. Él está respirando en tu vida de una manera nueva con una visión y una pasión fresca. Están a punto de abrirse nuevas puertas. Lo que Él está destinado a que logres se cumplirá. Ahora no se descarte a sí mismo y no descarte a nadie más. No se dé por vencido ni deje de orar por sus seres queridos.
El salmista dice: "Dios, dondequiera que vaya, no puedo alejarme de Tu presencia. Si subo al cielo, Tú estás allí. Si voy a las profundidades del océano, Tú todavía estás allí". No hay profundidad a la que Dios no se rebaje para liberarte o para restaurar a un miembro de la familia. ¿ Qué esperas para expresarle tu gratitud?